Continuando al hilo de la publicación anterior, se hace necesario refrendar lo consignado por Danilo de los Santos, al expresar que Iván “llegó al medio parisino valiéndose de sus propios medios, dejando atrás la Escuela Nacional de Bellas Artes y sus nexos intelectuales con José Gausachs, George Hausdorf y Gilberto Hernández Ortega”. (El Caribe, 28 de marzo 1998). Mas no se olvidó nunca de lo aprendido, sino que lo atesoró, siguiendo a pie juntillas las enseñanzas de sus primeros maestros.
En efecto, el propio Iván comenta al ser entrevistado por el crítico de arte Amable López Meléndez para el periódico HOY que en principio había recibido una beca para ir a estudiar a Italia, pero que no contaba con pasaporte, así que no la pudo aprovechar. Comenta el artista: “En la época de Trujillo eran los privilegiados que tenían pasaporte. Había que ser un peje gordo o hijo de peje gordo. Además yo era un tipo que estaba fichado por ser del MPD”. (21 de junio 1998).
De modo que Tovar aplica a un crédito educativo que le es concedido en 1963, fecha en que llega por primera vez a París. Comenta el artista:“Yo pintaba casi como Wifredo Lam, pero poco a poco fui evolucionando hasta lograr un lenguaje personal (…). Los cuadros pintados solo en blanco y negro me llevaron a conocer la importancia de los grises y a poner el color discretamente como puntos de misterio”. (Ramonita Castillo, entrevista, El Caribe, 15 de marzo de 1979).
Prosigue Iván: “Tuve un período en París en que eché todos los cuadros en un zafacón. Eran colores planos todos y no me sentía cómodo con esos cuadros. Yo sabía que no quería eso. Entonces, antes de 1965 estuve en Grecia por espacio de tres meses y ahí pinté varios cuadros, entre ellos uno que expuse en la exposición latinoamericana de 1965 (…) seguí trabajando tranquilamente, siempre tratando de encontrar esos misterios (…). (Amable López Meléndez, periódico HOY, 21 de junio 1998). Continuará.