Entre 1986 y 1987 Iván Tovar se interesó por abordar aspectos literarios en su obra. Había sido compañero de aula de la artista Elsa Núñez en la Escuela Nacional de Bellas Artes con quien tuvo un trato cercano al igual que con su esposo el artista y actor de teatro Ángel Haché. Necesitaba un libro de Oscar Wilde y, además, debía consultar la obra Salomé en la Colección Aguilar de Obras Completas. Ángel Haché le refiere entrar en contacto con María Castillo que en ese momento tenía de las mejores bibliotecas, en especial, sobre teatro.
Cuando María contesta la llamada de Iván aquel domingo de resurrección, le dice:
-¿María? Es Iván Tovar.
- Hola resurrecto.
-¿Y por qué me dices así?
-Porque hace años que no sabía de ti.
Resultó una conversación muy amena y de reconexión entre ambos. Iván no perdió la oportunidad para invitarla, usando los libros como pretexto. Estaba en proceso de divorcio con Emely Tueni. De modo que cuando María va a llevar los libros vivía solo en su taller.
María quedó impresionada con los bocetos que había realizado Tovar sobre la serie “Salomé”. Recuerda que estos trabajos pasaron a la colección de Isaac Lif.
Ese primer encuentro hizo resurgir la empatía que había contagiado a ambos en 1976, motivando una mayor cercanía. Un Iván más maduro junto a una María decidida y adulta.
Empezaron a llamarse con frecuencia, a salir a cenar, llegando a pasar horas conversando sobre arte y literatura. Un día Iván manda a hacer unos libreros. María se extrañó y al preguntarle le dijo “es para ti, para tus libros, para que te quedes a vivir conmigo”.
Eso había que pensárselo, pues María entendía que para casarse debía tener una idea de cómo sería la convivencia. Tuvo que viajar a Cuba para una presentación de teatro, al regreso, el divorcio de Iván había salido, así que aceptó la propuesta vivir juntos y, meses después, formalizaron su relación por lo civil el 04 de septiembre de 1987, teniendo como padrinos a Delta Bohemia Soto Grullón de Villalona y a Antonio López Rodríguez.