Iván Tovar fue un poeta cuyos versos extendió a su arte. Sus piezas emanan erotismo, exaltando la sexualidad de forma sublime. Sus líneas curvas, punzantes y definidas, recrean universos bestiales cargados de mito y fascinación. Ya lo decía el artista “mis imágenes plásticas empiezan donde termina la palabra”. En su universo, el poeta inspiró la obra.
Llegó a comentar que muchas veces no tenía una idea definida cuando empezaba a trabajar en una pintura. “En ocasiones no sé por dónde entrarle, tengo el concepto pero no la forma, hasta que, a través de bocetos, voy llegando a una conclusión. Por eso mi auténtica creación está en el dibujo, que es lo contrario a un pintor abstracto”. (Tovar Antológica, p.122).
El dibujo siempre fue una práctica muy natural y espontánea en él. Se dedicó a crear bosquejos para sus óleos. Estructuraba los elementos en la composición, anticipando incluso los tonos que aplicaría en cada área.
En 1986, además de la muestra individual en la Galería de Arte Moderno con texto de Philippe Audoin, los trabajos de Tovar fueron acogidos en varias exposiciones colectivas como “Espacios de nuestro tiempo” en la Galería 1900-2000 en París. También participa en la propuesta “Cambiar la mirada” en el Museo de Cahors en Francia, así como en el Museo Arte Alvar y Carmen T. Carillo Gil en México.
El 1 de octubre de 1986, se inaugura el Centro de Arte Sebelén en Santo Domingo donde se incluye “La exaltación de las pasiones” en la exposición “40 artistas en el Centro de Arte Sebelén”. La pintura fue cedida en préstamo en acuerdo de Tovar con su esposa Emely, a quien había sido dedicada la pieza.
Así, porque cuando Sebelén visita a Tovar introducido por el artista José Ramírez Conde, no tenía obras disponibles y, a pesar de que se le hizo una oferta para adquirir el óleo en proceso, no aceptó. No le gustaba sentirse presionado. Al concluirlo, Tovar lo ofreció a Sebelén, quien desde ese momento empezó a representarle hasta inicios de la década de 1990.