A ochenta años del natalicio de Iván Tovar, el pasado lunes 04 de abril, se inauguró la primera muestra inmersiva en la República Dominicana inspirada en su obra, teniendo como locación la Plaza España en el Santo Domingo Primado de América.
Por medio de la propuesta de Tovar se apertura un nuevo ciclo para las artes visuales en el contexto dominicano de la mano de un grupo de especialistas que, junto a grandes mecenas, han venido apostando al éxito de este gran surrealista en coordinación con la Fundación Iván Tovar.
Sin embargo, para comprender la dimensión de este genio creador, debemos seguir su línea de tiempo, sin perder de vista que la década de 1960 fue clave en el posicionamiento de su carrera artística.
Y es que, en 1965, fecha histórica para el pueblo dominicano por la Revolución de Abril, donde se luchó por el respeto a la soberanía y la vuelta al orden constitucional, Tovar sorprende con la puesta en escena de su muestra individual en el Palacio de Bellas Artes. En esta entrega, registra una serie de trabajos “de una firmeza de trazo irrecusable y de un equilibrio rotundo”. (Ver: Manuel, Valldeperes, El Caribe, 7 de de febrero 1995).
Su buen hacer y obrar, le permiten ser considerado nuevamente para la Quinta Bienal de París en 1967, presentando sus obras ese mismo año en la Casa de América Latina de la ciudad del amor.
Tovar mantendrá un ritmo entre París y Santo Domingo, exponiendo indistintamente tanto en un espacio como en otro. Muestra de ello es que, en 1968, se alza con el segundo lugar en la categoría de dibujo a través de su obra “Medinettes” en la IV edición del Concurso de arte Eduardo León Jimenes, desarrollado en la ciudad de Santiago de los Caballeros en la República Dominicana.
Hay que enfatizar que el arte de Tovar es tan sincero como el propio artista. Ya lo decía: “no me gusta que me colmen de elogios, eso no me ayuda en nada”. Fue siempre muy autocrítico, perfeccionista y decidido. Continuará.