Celebramos el centenario del natalicio de Ramón Oviedo (1924-2015), figura cimera de la pintura dominicana, que dejó una huella imborrable a lo largo de su extensa y fructífera carrera. Desde sus primeros años en su natal Barahona, R.D., hasta convertirse en un maestro ilustre con residencia-estudio en Santo Domingo, su vida y obra marcan hitos cruciales en la historia del arte.
Desde temprana edad, demostró su destreza artística, incursionando en la cartografía y el diseño. Sus primeros pasos como fotograbador y rotulista revelan una conexión innata con el arte visual. La década de 1940 fue testigo de su incansable esfuerzo por perfeccionar sus habilidades, trabajando en la Comisión de Mapas y Límites Geográficos y posteriormente en el Instituto Geográfico Universitario. Su versatilidad se manifestó en la realización de mapas en relieve para la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre.
La resistencia de Oviedo al régimen trujillista, evidenciada en su participación en la difusión de panfletos y al distribuir la “Carta Pastoral Colectiva del Episcopado” durante la fiesta de Nuestra Señora de La Altagracia en 1961, ilustra su valentía y compromiso político.
La década de 1960 marcó su florecimiento como artista, cuando también consolidó su presencia en el mundo publicitario y su activismo durante la Guerra Patria de Abril de 1965, donde los dominicanos lucharon por la recuperación del orden constitucional.
Oviedo se destacó como integrante del movimiento “Arte y Liberación”, fue el primer artista en crear una pancarta para incitar al pueblo dominicano para respaldar la democracia. Su obra “24 de Abril”, ganadora del primer premio en el Concurso Nacional de Arte, se destaca como una pieza maestra que captura la intensidad de ese momento histórico.
Ramón Oviedo no solo fue un artista consumado, sino también un valiente defensor de la libertad y la democracia. Su legado trasciende las fronteras de la pintura, dejando una impronta duradera en la historia cultural y política de la República Dominicana. Su contribución incansable y su valentía en tiempos difíciles lo consolidan como una figura esencial en el panteón de la pintura dominicana. Continuará.