Este 2020, ha transcurrido con cierta prisa y, a su vez, dejando huellas profundas en el ser humano de aquí, de allá y de acullá. Nos ha tocado practicar la resiliencia, sí o sí, recordar que el queso puede cambiar de lugar y, a pesar de eso, debemos prepararnos para encontrarlo, pues cual ratones en su laberinto, es nuestro medio para la subsistencia.
De modo que muchos han podido potenciar sus habilidades y se han enfocado en proyectos a gran escala, muy a pesar de las dificultades, pues ellas han servido como estímulo para dejar ver que, con voluntad, fe y constancia, nuestros sueños pueden volverse en realidad.
El artista dominicano Reyes Ocre es un vivo ejemplo de perseverancia, todo aquello que sea bueno es explorado por este genial creador con el fin de subir un escalón más en su búsqueda del éxito. Así, le vemos reinventarse, ahondar en las reminiscencias de su lar nativo, de su espíritu isleño, pero, sobre todo, del mar como fuente primigenia de su arte.
Por medio de la producción visual del artista, el espectador puede adentrarse en un universo cromático sin precedentes.
Impresionan las veladuras y explosiones de color que con gran precisión van desarrollando portales que potencian la imaginación. Pareciera que navegamos en el interior de un cuerpo o que una parte de él gravitara en el exterior.
Reyes Ocre se ha convertido en embajador de ese Caribe multiétnico, multicromático y real maravilloso que inspira y nos hace vibrar, logrando concitar el interés de nuevos espacios no solo para la difusión de su obra, sino también para el reconocimiento del arte dominicano. Esto se confirma con la reciente acogida de sus obras en una de las galerías más prestigiosas de Singapur, nos referimos a Artitude Galería, donde desde ya se exhiben los trabajos de uno de los artistas dominicanos más representativos de los últimos tiempos.
Felicitamos a Reyes Ocre por este logro y celebramos que el arte dominicano se esté proyectando en el medio asiático.