Este sábado 26 de agosto se inaugura la XXX edición de la Bienal Nacional de Artes Visuales (BNAV), me hace recordar que justamente se cumplen 19 años desde aquel primer viaje a La Habana para iniciar la carrera de Historia del Arte.
Me lleno de nostalgia y atesoro cada paso de avance en mi carrera, sobre todo, porque nunca imaginé que mi vínculo con el arte, me cambiaría para siempre. Y es que el arte y la cultura en sí, son medios poderosos para generar cambios, pues un ser sensible y formado, se mantiene en estado creativo.
La República Dominicana es un país lleno de riquezas y, en materia de artes visuales, no es la excepción, sin embargo, hace falta generar mayores oportunidades, además de estudiar, analizar y depurar las generaciones de artistas.
Cada vez hay menos filtros y cualquier persona puede presentarse como artista, amén de que todo puede ser considerado arte. Sin pretender ser pesimista, debo reconocer que hemos llegado a una real mengua de los afectos, esto explica el estado de enajenación que nos oprime constantemente, llegando a un nivel de permisividad que cuestiona nuestra ética y moral.
A veces no se trata de quedar bien, sino de asumir posturas. Cuesta trazar el camino, pero en el tiempo, vamos sentado las bases para una historia del arte íntegra y cargada de valor identitario.
Desde luego que hace falta mayor documentación de los procesos artísticos, en este sentido, los miembros de la Asociación Dominicana de Historiadores del Arte (ADHA), hemos venido realizando grandes esfuerzos, pero hace falta mayor integración por parte de los sectores involucrados.
Es preciso diseñar una propuesta a nivel de Estado que permita encaminar los proyectos en la búsqueda de un bien colectivo. Las investigaciones cuestan tiempo y esfuerzo, pero son necesarias, ya que permiten conservar la memoria histórica.
Que esta XXX edición de la bienal nacional de artes visuales se convierta en un medio para la reflexión y la integración, al tiempo de avivar el coleccionismo del arte dominicano.