El concepto de memoria histórica ha estado siempre presente en mi vida, pero en principio, de manera implícita, casi imperceptible, hasta que un buen día me correspondió abordar en clases de Arte Caribeño, la vida de los Garífunas, descendientes de los arahuacos, pues son el producto de la simbiosis entre el aborigen Caribe y africanos provenientes, fundamentalmente, de Nigeria.
La historia de los Garífunas es muy rica y diversa y, con el pasar de los años, se han convertido en objeto de estudio de múltiples especialistas, a quienes les atrae la riqueza étnica que se ha conformado con la mezcla de seres de culturas, hasta ese momento, tan disímiles.
La memoria histórica en todo esto es esencial, pues para completar mi trabajo de fin de curso debía recurrir al pasado histórico de estos seres. Así, porque quien no reconoce su pasado, no puede construir un presente estable y, por ende, no se puede suscitar ningún tipo de trascendencia.
Empezar a construir la historia de los Garígunas en mi imaginario fue toda una aventura que emprendí con algunos compañeros de aula. Mi pasión por este tema fue incrementándose con el tiempo, y fue el buen amigo Emilio Manzano quien finalmente me iluminara el pensamiento para comprender y jamás olvidar la denominada memoria histórica.
Fue a partir de entonces que decidí adentrarme al estudio, análisis e investigación de esta étnia maravillosa que se ha preservado hasta nuestros días sin perder su esencia, pues los ritos, mitos, creencias, expresiones, no han escapado entre generaciones de habitantes que han tenido que ir y venir en el tiempo.
Esto así, porque a pesar de que el primer híbrido se suscitó en San Vicente y las Granadinas con el desembarco de africanos en el siglo XVII –tiempos de conflictos entre Francia e Inglaterra- por el dominio del espacio caribeño y momentos en que los Caribes, con su gran poder biodinámico, se estaban desplazando por todo el Continente Americano-, lo cierto es, que va a ser en el área continental de Centro América donde van a trascender. Continuará.
