El arte, desde la antigüedad es un referente histórico, pero también religioso. Tanto es así que los principales ejemplares pictográficos que llegaron a La Española, fueron precisamente de arte sacro.
De la herencia colonial, los dominicanos conservamos la tradición católica y, con ella, la advocación de la virgen de La Altagracia, ideal que sublima el artista José Morillo.
Nos alegramos de la puesta en vigencia de la muestra “Donde floreció el naranjo”, inspirada en la leyenda sobre la virgen de La Altagracia que recoge Monseñor Juan Félix Pepén Solimán.
Morillo se sirve de colores vivaces para recrear su universo puramente caribeño, dedicando especial atención a los detalles que caracterizan al pueblo dominicano. En esta ocasión, dejando fluir además su devoción por nuestra madre espiritual y protectora, identificándola en buena parte de los lienzos que acoge la galería de arte Bodden.
Pero hay más, fragmentos de los escritos de Monseñor Pepén Solimán, además de motivar el contenido de los cuadros, se registran como apoyaturas museográficas en la exhibición, que ha sido magistralmente comisariada, teniendo en cuenta el más mínimo detalle en el montaje.
No hay dudas de que las tradiciones permean cada una de las obras delicadamente trazadas y bosquejadas. En ellas encontramos magníficos ejemplares de la vida en el campo, del ambiente familiar en nuestro suelo, así como de las procesiones, recreando los principales templos dedicados a la virgen de La Altagracia, con excepción de la Catedral Santa María de la Encarnación que es incluida como Primada de América.
Morillo se ha destacado por su estilo naif, el cual le imprime un valor identitario por la forma de aplicar el color y recrear los elementos en la composición. Es, con justicia, de los más destacados exponentes de este estilo, logrando trascender con la inclusión de sus piezas en los más importantes museos y galerías del Caribe y Latinoamérica.
Juan Julio Bodden Leroux, director de la Galería Bodden, destacó que: “Después de varios años de haberse ejecutado estas piezas, hoy, con orgullo se presentan al público mediante un discurso pictórico revelador (…) homenajeando con ello a todas aquellas personas que directa o indirectamente participaron en el hermoso proyecto auspiciado por don Alejandro Grullón (E.P.D.). -Definitivamente-, esto pone en alto la fe del dominicano y la dominicanidad misma”.