República Dominicana cuenta con un nuevo escenario político, luego de las elecciones del pasado 5 de julio 2020. En medio de una crisis sanitaria, política, social y económica, un nuevo partido tomará el próximo 16 de agosto las riendas de la nación.
Es muy temprano para calificar o predecir lo que pasará, pero si es importante que se tomen todas las medidas necesarias para conservar lo bueno y desechar lo malo.
Hace unas semanas, presenté una secuencia de textos sobre la cultura, su definición, el conjunto de normas que regulan este derecho y la necesidad de poner atención al desarrollo y puesta en vigencia de lo que representa la cultura para un pueblo.
Al revisar con sumo provecho y cuidado las propuestas de gobierno de todos los candidatos a la presidencia, con excepción de lo planteado por Alianza País, en la que más que enumerar elementos, había un discurso lineal y centrista donde se promueve una retahíla de críticas en base a cómo se ha manejado la administración pública hasta el momento.
En lo que atañe al programa del candidato del PLD, su propuesta es una continuación de lo que se había programado desde los cimientos de ese partido en el poder, por lo que había que centrarse en lo diseñado por la Fuerza del Pueblo y el Partido Revolucionario Moderno.
En el caso de estas últimas propuestas, se podría decir que iban parejas, tal vez la de la Fuerza del Pueblo con mayores detalles por la experiencia de los representantes de ese partido en pasadas administraciones, pero, en suma, se podría decir que iban en la misma dirección.
Es muy importante que se priorice la cultura, que, de hecho, no debería ser contemplada como una cartera en función del mandatario de turno, pero es así, sin embargo, el que hace cultura debe sentirse libre, no con una camisa de fuerza que limite su creatividad o la supedite al deseo o voluntad de quien no tiene criterio.
No olvidemos, jamás olvidemos, que la cultura es la identidad de los pueblos, ella debe ser libre para que la Nación también lo sea. Continuará.