Desde una mirada integradora, la artista Iris Pérez Romero nos invita a valorarnos entre sí, asumiendo la expresión de que “no debemos mirar la apariencia de las personas, sino su esencia; el cuerpo es un estuche, los ojos son las ventanas, y el alma está atrapada dentro”.
Se trata pues de un ejercicio de buscar más allá, de situarnos frente a la obra y dialogar con ella. Estamos llamados a encontrar los mensajes subliminales que se esconden detrás de cada contorno o capas de color para generar así un discurso diáfano que nos acerca con la visión de Iris y la función social de su arte.
En el imaginario al que asistimos en el universo de esta singular creadora, los prejuicios quedan a un lado, para dar paso a la convivencia. Y aunque el conjunto se muestre agresivo, cuando reparamos en los detalles, amén de las laceraciones, signos, marcas y abigarramiento de elementos, presenciamos un concierto sublime que clama por la estabilidad, por la reconciliación y el amor propio.
Por medio del discurso de la artista, en la medida en que el ser humano es en esencia, comprende mejor sus circunstancias, enfrenta sus miedos y se acerca a la resiliencia como un medio vital que fortalece el espíritu. En este estadío se generan nuevas formas para la integración. Y es precisamente lo que ha hecho la propia Iris, pues como resultado de situaciones adversas, ha buscado el lado positivo a todo, y emplea la expresión artística como un catalizador para sus emociones. De modo que “el arte de la resiliencia” integra un conjunto de piezas reveladoras de un proceso de catarsis, donde encontramos belleza, reflexión y expresión.
Celebramos la puesta en escena de las obras de una genial creadora dominicana como es Iris Pérez Romeo en los salones de exposiciones del Instituto Cervantes en Tokio, a través de las coordinaciones de la Embajada Dominicana en Japón.