Un viaje por el universo ancestral y estético de una creadora multifacética y excepcional, a propósito de la muestra inaugurada el pasado 28 de mayo en el Instituto Cervantes de Japón como parte de la agenda cultural de la Embajada de la República Dominicana en Tokio.
Adentrarnos en el universo visual de Iris Pérez Romero es una aventura que tiene principio, pero no final, pues su línea firme y continua va guiando al espectador por un discurso que deviene multicultural, multiétnico, referencial y experimental.
Desde la perspectiva de una historiadora del arte, con una formación tan rica y variada como la de Iris, su obra artística se presenta como un vasto y profundo viaje por los diferentes medios y disciplinas del arte contemporáneo dominicano.
La pregunta que surge al analizar su mundo creativo es: ¿cuándo comenzó este apasionante viaje? La respuesta, según la propia artista, se remonta a su infancia, donde ya se vislumbraban los primeros trazos de una vocación artística que la llevaría a explorar una multiplicidad de técnicas y medios. Desde sus primeros días en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), hasta su formación en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y su continuo perfeccionamiento en talleres de cerámica, fotografía y más; su camino ha sido una búsqueda constante de conocimiento y expresión.
La “multidisciplinariedad” es una característica distintiva de su obra, donde el acrílico sobre lienzo, la cerámica, el barro, la instalación, el grafito y el dibujo convergen en un diálogo constante entre formas y texturas. Pérez Romero transita fluidamente entre estos diferentes medios, encontrando en cada uno de ellos un desafío inspirador que alimenta su proceso creativo.
La influencia de maestros como Marianela Jiménez, Soucy de Pellerano, Domingo Liz y Amable Sterling, se hace evidente en su obra, tal vez no de manera expresa, pero sí se aprecian rasgos distintivos tanto de uno como de otro. Continuará.