Muy cerca de la Plaza Vieja, se encuentra la Plaza San Francisco de Asís, de los lugares más representativos y acogedores. La plaza debe su nombre al convento que se erige en sus alrededores, en principio, una modesta edificación llevada a cabo por la orden franciscana presente en la colonia, hoy, una de las construcciones más emblemáticas, amén de que su cúpula sufrió daños y actualmente conserva en su interior una obra mural realista que da la sensación de espacialidad y, mediante la magia del arte, nos devuelve la parte restante del magnífico templo sobre el que pende un Cristo donado al comandante Fidel Castro por la madre Teresa de Calcuta en una visita que realizó a La Habana.
El Convento de San Francisco de Asís, no siempre fue como se conserva actualmente, ha tenido varios usos y ha sufrido numerosas transformaciones. No obstante, todo ha obrado para que hoy albergue un museo de arte religioso con una colección de objetos que incluye además de pinturas y esculturas, piezas de orfebrería y mobiliario.
La Basílica Menor del Convento, se emplea con frecuencia para la presentación de conciertos por su excelente acústica. Más de una vez disfruté allí del Festival de Música Antigua, convirtiéndome en seguidora del grupo “Ars Longa” intérpretes de música antigua desde la Edad Media hasta el Barroco.
Los salones de exhibición del Convento tienen la particularidad de conservar entre sus muros la valiosa colección permanente: “El Genio de Leonardo Da Vinci”, integrada por máquinas e invenciones extraídas de los diseños y proyectos del genio del renacimiento, fielmente reproducidas y reconstruidas por hábiles artesanos con el propósito de preservar en el tiempo el legado de las numerosas representaciones realizadas por Da Vinci.
Casi frente a la entrada del convento, se encuentra la escultura a escala natural del Caballero de París. Y, como La Habana es una ciudad de mitos y leyendas que afloran a través de la tradición oral, se dice que este personaje surge de las entrañas de la ciudad. Esta historia continuará…