Muy cerca de la Plaza de Armas, se encuentra la Plaza de la Catedral, la cual nos acoge con su impresionante fachada barroca, del sencillo y a su vez majestuoso templo, así como las magníficas representaciones en el interior de la Catedral del pintor francés, Jean Batiste Vermay, quien fuera fundador de la Academia de Pintura y Dibujo de San Alejandro y autor de los lienzos en El Templete.
Son numerosos los acontecimientos que se han suscitado alrededor de este benigno espacio colonial, el cual acoge en su centro, de vez en vez, elegantes banquetes, entre las edificaciones de lo que fuera la casa de Don Luis Chacón o Conde de Casa Bayona, así como el Palacio del Marqués de Aguas Claras y el Palacio o Casa del Conde de Casa Lombillo y también de la Casa del Marqués de Arcos.
Muy cerca de la Catedral, hay que detenerse en el Callejón del Chorro, posiblemente la calle más corta en toda la Habana Vieja, al fondo de este entramado relleno de adoquines, nos recibe el Taller Experimental de Gráfica, donde más de una vez pasé a observar el proceso del grabado siendo estudiante de Historia del Arte en la Universidad de La Habana y, por qué no, esperar a que quedaran algunas tiradas de más para poderlas adquirir a menor costo y, muchas veces como regalo.
El callejón debe su nombre a que, en tiempos de la colonia, los pobladores solían recurrir a esta parte de la ciudad para abastecerse de agua, aprovechando los manantiales que corría por este lugar. Son numerosos los establecimientos que se conservan en este pequeño tramo, desde bares, restaurantes, dulcerías, todo con el fin de complacer los más variados paladares.
Paralelo al callejón, está la calle Empedrado, donde se sitúa un verdadero punto comercial. Y es que las bodegas en Cuba solían ubicarse en las esquinas, pero a alguien se le ocurrió colocar un negocio de esta especie justo en medio de una cuadra, de ahí la famosa: “Bodeguita del Medio”, que, cuando pasó a ser bar-restaurante, atinadamente decidieron conservar el nombre.