Introducción
Me parece interesante y oportuno dar a conocer aquí las palabras que pronuncié cuando me celebraron los 60 años de mi Ordenación Sacerdotal, el pasado sábado 25 de enero de 2025.
1-60 años después de aquel día que marcó para siempre mi vida, sigo preguntándome, haciendo mías las palabras del salmista: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Pregunta que encuentra la respuesta en el misterio profundo que hemos celebrado y compartido: “Alzaré la copa de la Salvación, invocando en el nombre del Señor”. Sí, es eso lo que he hecho, hemos hecho y seguiremos haciendo.
Desde la salida del sol hasta su ocaso, mis manos indignas han levantado el Cáliz Redentor de Cristo como la más perfecta forma de agradecerle por su amor infinito. Sé que nunca me alcanzará la vida para agradecer al Señor todo el bien que me ha hecho, pero que, en esta mañana, esta Eucaristía se eleve como la mejor forma de hacerlo junto a mis hermanos, por haberme dado el don inmerecido del sacerdocio
2-Cuando mamá me dio a luz, el primero en mi casa y primer nieto de la familia De La Rosa Carpio, el 19 de septiembre de 1939, la partera fue mi bisabuela Damiana Cedano. Ella, después echarme humo de su cachimbo en las narices, porque nací con dificultades respiratorias, y de tomarme y llevarme a la puerta, según me contaron, para cumplir el rito acostumbrado de decir “Niño mira luz, luz mira niño”, me llevó a Mami Nena, mi madre, y le dijo: -Nenita, tu hijo es varón y será sacerdote.
60 años estamos celebrando del cumplimiento de esta profecía. Por eso quiero continuar mis palabras agradeciendo a mis padres por el don de la vida. Gracias Mami Nena por enseñarme desde que estaba en tu vientre a rezar, a amar a Dios y a su Madre, y a no tener miedo a nada aferrándome a la Cruz redentora de Cristo. Gracias, Papá Beno, por enseñarme a ser hombre como tú, capaz de comprometerme, de ser responsable y de tener recta intención en mi conduta.
3-Gracias a mis hermanos, sobrinos y demás familiares aquí presentes, pues me han obedecido siempre como hermano mayor, y me han acogido con ternura como si fuese el menor entre ustedes.
4-Quiero expresar mis más altos sentimientos de gratitud al Sr. Nuncio Apostólico que hace presente en medio de nosotros al Papa Francisco, por acceder a la invitación que le hicimos de venir a presidir junto a mí esta Eucaristía en ocasión de mis bodas de diamantes con la Iglesia. Junto al Sr. Nuncio, me permito agradecer la presencia de mis hermanos Obispos, de manera especial al “viejo Moya” por sus palabras en la homilía. Así como también a Mons. Fello, quien hace unos días cumplió sus 25 años de Ordenación Episcopal y a Mons. Nicanor Peña que justamente hoy celebra sus 28 años de vida episcopal.
Permítanme resaltar también que Mons. Felipe y Mons. Tobías, mis compañeros desde el seminario, celebran también en este año sus 60 años de ordenación presbiteral. Hago memoria del querido Mons. Francisco Almonte, quien también estaría celebrando hoy con nosotros, y se nos adelantó a celebrar las bodas eternas con el Señor.
5-Agradezco también la presencia de las autoridades que me honran con su presencia, y por el fino detalle de sacar un tiempo de sus apretadas agendas para venir a esta santa catedral a agradecer al Señor por todos los dones con que nos ha favorecido a la largo de esta vida.
Este enero de 2025, año del jubileo de la Esperanza, se nos llama a todos a dar razón y testimonio de Aquel que es nuestra única esperanza. Los sacerdotes, diáconos y religiosas a quienes agradezco su presencia en esta mañana, saben que nuestra vocación debe servir como faro de luz que guía a la humanidad hacia el encuentro de su verdadera esperanza en Cristo Jesús.
El mes de enero, mes de la Virgen de Altagracia, lo he visto siempre ligado a mi vocación, aparte de mi llamada en enero de 1954, están estos otros cuatro acontecimientos: en ese enero de 1954 hice la octava de la Altagracia por mi vocación sacerdotal, yendo cada día a su Santuario; me ordenó Monseñor Juan Félix Pepén sacerdote en el Santuario de la Altagracia, Higüey, el 23 de enero de 1965; dije mi primera Misa, al día siguiente, 24 de enero; fui ordenado Obispo por San Juan Pablo II, en Roma, el 6 de enero de 1989. Con estos datos no pretendo recordar fechas de un ayer, sino acontecimientos de fe y salvación que dieron a mi vida el más grande de los sentidos, la más grande de las alegrías que nos comunica la esperanza que nos regala el Señor.
6-Gracias doy y siempre daré a la Iglesia dominicana, de manera especial a ti Iglesia de Santiago de los Caballeros, a ti Iglesia de Higüey y a ti Iglesia de Santo Domingo que me enseñaron a ser pastor cercano y atento a las necesidades de cada hombre y de cada mujer. Agradezco a quien preside esta Iglesia de Santiago, el arzobispo Héctor Rafael Rodríguez, y a todo el clero de este Arquidiócesis por el cariño y la acogida que me han brindado siempre, y por estar presentes en esta mañana de celebración. Iglesia de Santiago que hoy me acompañas aquí en tu catedral, y a quienes nos escuchan por los medios de comunicación, aplaudan ahora conmigo al Dios que ha hecho grandes maravillas en ustedes y en mí. Aplausos.
7-Gracias a mis amigos que hoy me acompañan: escritores, empresarios, catedráticos y miembros de las diferentes fundaciones, sociedades y editoriales que hemos fundado para el bien de la Iglesia y de la sociedad dominicana. Gracias a ustedes. Sé que muchos de ustedes se han unido al equipo organizador de estos 60 años para agradarme, con lo que han vuelto a mostrar el amor que ustedes tienen al Señor y a la Iglesia.
8-Repito la frase que mi abuela Damiana dijo a Mami Nena, ante la preocupación de esta por no tener recursos para enviarme al seminario: “Caminos tiene Dios”.
Cuando en 1954 enviaron la lista de lo que yo debía llevar al Seminario, todos mis gastos sumaban $90.00 pesos, equivalentes a $90.00 dólares. Todo un capital para la época. Desde entonces la generosidad del Señor, manifestada en tantas personas nunca me ha faltado. Cuando salí, hace 10 años, del gobierno de esta Arquidiócesis, un matrimonio muy querido me abrió las puertas de una de sus casas para que pudiera quedarme en ella, y ellos mismos se han encargado de sostenerme, me refiero a Don Arquímedes Cabrera y su esposa doña Ana Antonia, a quienes, en nombre también de mi familia aquí presente, y de toda esta Iglesia aquí congregada, les quiero agradecer su generosidad para conmigo.
9-Agradezco a quienes en estos 60 años han estado muy cerca de mí, como colaboradores cercanos pero, sobre todo, a los que están cerca de mí en estos últimos 10 años en los que el peso de los años ha ido limitando mis fuerzas físicas.
10-Gracias a los amigos del Club de La Rosa que cada miércoles me visitan en mi residencia para compartir la alegría de la amistad por medio de una mano de dominó.
De igual forma, agradecer a quienes han organizado estos 60 años de mi ordenación presbiteral: el padre Carlos Santana, el Lic. Amaurys Rodríguez, el Lic. Anthony García y el Lic. Darlin Gómez. Ellos han organizado cada detalle, y han involucrado a varios equipos de amigos con el único fin de celebrar los 60 años de mi entrega total a mi Dios y a su Iglesia.
Gracias especiales a La Voz de María, el Canal que conduce a Cristo, y a los demás medios por llevar esta transmisión a tantas personas que nos siguen dentro y fuera del país. Gracias a la Capilla Musical Santiago Apóstol, dirigida magistralmente por el Padre Carlos, a los servidores del altar y a la prensa aquí presente.
11-Si volviera a tener 14 años y si a esa edad tuviera que tomar decisión, volvería a ser sacerdote, volvería a elegir al Señor como mi única heredad. Me siento plenamente realizado. En todos los lugares en los que he estado he ido a realizar una misión, una tarea que Dios me ha confiado y en cada sitio las he ido realizando. Cuando miro hacia atrás me siento bien. No sé cuántos días, meses o años el Señor me tendrá entre ustedes, pero sí cada día le pido y le digo esta oración: Señor, dame la gracia de serte fiel a ti y a la Iglesia hasta la eternidad.
12-Con monseñor Diómedes Espinal quiero repetir su frase al celebrar 60 años de sacerdote: “Na’ e’ na’”.
¡Muchas gracias a todos!
Conclusión
CERTIFICO que estas palabras fueron pronunciadas con motivo de la celebración de mis 60 años como sacerdote, en la catedral metropolitana Santiago Apóstol, el Mayor.
DOY FE en Santiago de los Caballeros a los siete (7) días del mes de febrero del año del Señor dos mil veinticinco (2025).