Introducción
De una manera general se llama “don de Dios” a todo lo que el Espíritu nos da. En ese sentido también los frutos, por ejemplo, son dones.

Pero en un sentido más restringido se llama “dones de Dios” a ciertas gracias dadas por Dios para nuestra santificación. Se diferencian de los carismas en que estos son de “utilidad común” y “los dones” son para provecho personal.

La existencia de los dones del Espíritu Santo tiene su fundamento remoto en el texto de Isaías 1, 1 3. Allí se dice que “reposaran” sobre el Mesías. Y como es lógico estarán también en aquellos a quienes el Mesías ha dado su Espíritu. Se enumeran siete siguiendo ese mismo texto: el don del temor de Dios, de fortaleza, de piedad, de consejo, de ciencia, de entendimiento, de sabiduría.

Porque el Espíritu “mora en nosotros” (2 Timoteo 1, 14) tenemos estos dones.

Sólo hemos de pedir que el Espíritu los manifiesta en nosotros. El hacerlos realidad en nosotros nos ayudará a ser mejores cristianos.

1.Sabiduría:
La efusión del Espíritu Santo concede como gracia la sabiduría que nos asiste y nos afianza en el camino de la vida haciéndonos conocer y realizar la verdad del ser humano a la luz de Cristo en relación con Dios y con los demás.

El Espíritu de Dios es el maestro interior que hace sabio el corazón de los sencillos y lo abre para acoger la palabra de Jesucristo, Sabiduría del Padre. Nos da los criterios o maneras de pensar de Jesucristo para tomar decisiones y actuar. No da la capacidad de valorar la Cruz de Cristo y de nuestra propia cruz, descubriéndola como fuente de vida.

El don de la Sabiduría nos hace aficionarnos gustosamente a la voluntad de Dios, y refuerza ante nuestra tendencia pecaminosa de la malicia, que nos lleva poner el corazón en las criaturas (personas y cosas) de manera total y desordenada olvidándonos de que Dios es el primero y absoluto.

También, refuerza en nosotros la caridad o amor desinteresado, a Dios y a nuestros hermanos.

2.Entendimiento:
El Entendimiento es el don del Espíritu Santo que revela a nuestras mentes la voluntad de Dios en la realidad presente. ¿Quién puede conocer el pensamiento divino, sino es guiado por el Espíritu Santo?

El don del Entendimiento nos ayuda a vencer la ignorancia que lleva a embotar la mente y cegarla para las cosas del Espíritu movidos por los atractivos materiales.

También, hace crecer la fe por la compresión de las verdades divinas, y nos concede la inteligencia espiritual para descubrir los signos de la presencia del Señor en la historia.

3.Consejo:
El don del Consejo, que podemos relacionar con los términos bíblicos de luz y de la guía espiritual, se nos comunica a través de la fuente inagotable de la Palabra de Dios.

El don del Consejo refuerza nuestra debilidad para que dirijamos nuestros pasos según el plan de Dios. Nos ayuda a discernir, es decir, a descubrir lo que es bueno y lo que es malo, lo que viene de Dios u lo que viene del mal. Fortalece la virtud de la prudencia, “que dispone la razón práctica a discernir a toda circunstancia nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarnos”. (CIC, 1806).

Pidamos el Señor que el Espíritu de Consejo no falte nunca a los que creen en Cristo, para que, aprendan a seguir senderos de justicia y de paz.

4.Fortaleza:
La Fortaleza es un don divino que nos hace firmes en la fe, nos robustece para resistir el mal, nos infunde valor para dar testimonio de Cristo, Crucificado y Resucitado, con palabras y obras.

Nos da constancia y perseverancia en las dificultades; nos hace capaces de vencer el miedo, incluso a la muerte y nos da la capacidad de hacer frente a las pruebas y las persecuciones hasta llegar al sacrificio y la entrega de la propia vida.

5.Ciencia:
Con este don, el Espíritu nos introduce en el conocimiento de los misterios del Reino de Dios. No se trata de un conocimiento de tipo intelectual, sino de experiencia de Dios, en Jesucristo.
El Espíritu nos enseña las palabras de Jesús, las escribe en el corazón de los fieles, las recuerda a los distraídos y nos educa para vivir cristianamente en el mundo.

El don de la Ciencia combate la ignorancia, dándonos a conocer que Dios es la causa primera de todo bien y que las personas y cosas dependen de Él y que actúan movidas por Él. Refuerza en nosotros la fe, ya que nos libera y nos lleva a descubrir la presencia y acción de Dios en sus criaturas y en los acontecimientos de la historia.

6.Piedad:
El don espiritual de la Piedad expresa la actitud que guía las intenciones y obras, en lo que a Dios y al prójimo se refiere, según el pensamiento de Dios.

El don de la Piedad se opone a la “impiedad” o maldad. Para animar nuestras relaciones con Dios como Padre, con los demás hermanos y con las cosas creadas como señores.

Desarrolla la virtud de la justicia, “que consiste en la constante voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido” (CIC. 1807).

7.Temor de Dios:
El “Santo Temor” o “Temor de Dios” es una actitud espiritual que no se puede reducir al miedo del hombre ante la Trascendencia y Santidad divina, pero al reconocer su justicia, teme a ésta si peca.
Es reconocer que el pecado es ofensa a Dios y temer al castigo que ese Dios-Amor ofendido debe infligirle, un castigo proporcional al pecado cometido.

Por eso: “Principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Sirácides, 1,12), como también “plenitud de la sabiduría es temer al Señor” (Sirácides 1, 14). El Temor evita todo lo que pueda entristecer al Espíritu Santo y no se deja llevar por la fascinación del mal y del demonio de los deseos sobre la razón que es la concupiscencia.

Conclusión
CERTIFICO que los textos citados aquí forman parte de mi libro “Para vivir Pentecostés siempre”.
DOY FE en Santiago de los Caballeros a los tres (3) días del mes de mayo del año del Señor dos mil veinticuatro (2024).

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