Introducción
Tengo tres libros escritos con el título “Así lo dijo el Papa Francisco”: “Así lo dijo el Papa sobre diferentes temas”, “Así lo dijo el Papa a los sacerdotes”, “Así lo dijo el Papa sobre el maligno”. Hoy les traigo el tema “Así lo dijo el Papa sobre las familias”. Solo son textos del año 2015. En otras ocasiones recogemos los de otros años. En esta sexta entrega tienen otros tres textos del mismo año.
30- Familia, escuela de reconciliación
“La familia es el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia, a perdonar y a experimentar el perdón, y donde los padres transmiten a sus hijos los valores y singularmente la fe”.
“En este próximo Jubileo de la Misericordia, no desfallezcan en el trabajo de la reconciliación matrimonial y familiar, como bien de la convivencia pacífica: ‘Es urgente una amplia catequización sobre el ideal cristiano de la comunión conyugal y de la vida familiar, que incluya una espiritualidad de la paternidad y la maternidad. Es necesario prestar mayor atención pastoral al papel de los hombres como maridos y padres, así como a la responsabilidad que comparten con sus esposas respecto al matrimonio, la familia y la educación de los hijos’” (Visita ad limina Obispos Dominicanos, 28 de mayo 2015).
31- Cuando la enfermedad toca a la familia
“Es una experiencia de nuestra fragilidad, que vivimos principalmente en la familia, desde niños, y luego sobre todo como ancianos, cuando llegan los “achaques”. En el ámbito de los lazos familiares, la enfermedad de las personas que amamos se padece con mayor sufrimiento y angustia. Es el amor que nos hace sentir esto. Muchas veces para un padre y una madre, es más difícil soportar el dolor de un hijo, de una hija, que el suyo propio. La familia, podemos decir, siempre ha sido el “hospital” más cercano. Aún hoy, en muchas partes del mundo, el hospital es un privilegio para pocos, y con frecuencia se encuentra lejos. Son la mamá, el papá, los hermanos, las hermanas, las abuelas, quienes garantizan los cuidados y ayudan a sanar”.
“Si pienso en las grandes ciudades contemporáneas, me pregunto dónde están las puertas ante las cuales llevar a los enfermos esperando que sean sanados”.
“El tiempo de la enfermedad fortalece los lazos familiares”. “La debilidad y el sufrimiento de nuestros seres más queridos y más sagrados, pueden ser, para nuestros hijos y nuestros nietos, una escuela de vida” (Catequesis audiencia general, 10 de junio 2015).
32- La muerte toca a las familias
“La muerte es una experiencia que concierne a todas las familias, sin ninguna excepción. Es parte de la vida; sin embargo, cuando toca a los afectos familiares, la muerte no nos parece jamás natural. Para los padres, sobrevivir a los propios hijos es algo particularmente desgarrador, que contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la familia misma. La pérdida de un hijo o de una hija es como si detuviera el tiempo: se abre un abismo que traga el pasado y también el futuro.
La muerte, que se lleva el hijo pequeño o joven, es una bofetada a las promesas, a los dones y sacrificios de amor alegremente entregados a la vida que hemos hecho nacer. Tantas veces vienen a misa en Santa Marta padres con la foto de un hijo, una hija, niño, muchacho, muchacha y me dicen: “se fue”. La mirada es tan dolorida. La muerte toca y cuando es un hijo toca profundamente. Toda la familia queda paralizada, enmudecida. Y algo similar sufre el niño que se queda solo, por la pérdida de un padre, o de ambos.
Esa pregunta: “¿dónde está papá?” “¿Dónde está mamá?” – Está en el cielo. “¿Pero por qué no lo veo?” Esta pregunta que cubre una angustia en el corazón del niño o la niña. Se queda solo. El vacío del abandono que se abre dentro de él es aún más angustiante por el hecho que no tiene ni siquiera la experiencia suficiente para “dar un nombre” a aquello que ha sucedido. “¿Cuándo vuelve papá?” “¿Cuándo vuelve mamá?” ¿Qué se responde? Y el niño sufre. Y así es la muerte en familia.
En estos casos la muerte es como un agujero negro que se abre en la vida de las familias y a la cual no sabemos dar explicación. Y a veces, se llega incluso a dar la culpa a Dios. Pero cuánta gente – yo los entiendo – se enoja con Dios, blasfema: “¿Por qué me has quitado el hijo, la hija? ¡Dios no está, no existe! ¿Por qué hizo esto?” (Catequesis audiencia general, 17 de junio 2015).
33- La familia necesita ser acariciada por la Iglesia
“Las familias necesitan sentir la caricia materna de la Iglesia para avanzar en la vida conyugal, en la educación de los hijos, en el cuidado de los ancianos y también en la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones”.
“La fidelidad de Jesús no disminuye ni siquiera ante nuestra infidelidad”, pues “permanece fiel, también cuando nos hemos equivocado, y nos espera para perdonarnos: Él es el rostro del Padre misericordioso. Aquí está el amor fiel” (Homilía Misa en la Plaza Vittorio Veneto de Turín, domingo 20 de junio 2015).
34-Las heridas en el seno familiar
“Hoy reflexionamos sobre las heridas que se abren precisamente en el interior de la convivencia familiar. Es decir, cuando en la misma familia, nos hacemos mal. ¡Es la cosa más fea!
Sabemos bien que en ninguna historia familiar faltan los momentos en los cuales la intimidad de los afectos más queridos es ofendida por el comportamiento de sus miembros. Palabras y acciones iy omisiones! que en vez de expresar amor, lo quitan o, peor todavía, lo mortifican. Cuando estas heridas, que son todavía remediables se descuidan, se agravan: se transforman en prepotencia, hostilidad, desprecio. Y a este punto pueden transformarse en laceraciones profundas, que dividen a marido y mujer e inducen a buscar en otro lado comprensión, apoyo y consuelo. ¡Pero a menudo estos “apoyos” no piensan en el bien de la familia!
El vaciamiento del amor conyugal difunde resentimiento en las relaciones. Y a menudo la desunión “cae” encima de los hijos.
En la familia, todo está relacionado junto: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer, que se han comprometido a ser “una sola carne” y a formar una familia, piensan obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación, esta distorsión carcome la vida de los hijos. Tantas veces los niños se esconden para llorar solos…
Debemos entender bien todo esto. Marido y mujer son una sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos a la dureza con la cual Jesús exhorta a los adultos a no escandalizar a los pequeños – hemos escuchado el pasaje del Evangelio (cfr. Mt 18,6), podemos comprender mejor también su palabra sobre la grave responsabilidad de custodiar el vínculo conyugal que da comienzo a la familia humana (cfr. Mt 19,6-9).
Cuando el hombre y la mujer se transformaron en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos” (Catequesis audiencia general, 24 de junio 2015).
Conclusión
CERTIFICO que los textos citados sobre “Así lo dijo el Papa sobre las familias” son citas textuales y literales.
DOY FEen Santiago de los Caballeros a los dos (2) días del mes de noviembre del año del Señor dos mil veintitrés (2023).