Debo saludar la tarde desde lo alto,
poner mis palabras del lado de la vida
y confundirme con los hombres
por calles en donde empieza a caer la noche.
Debo buscar la sonrisa de mis camaradas
y tocar en el hombro a una mujer
que lee revistas mordiendo un cigarrillo;
ya no es hora de contar sordas historias
episodios de irremediable llanto,
todo perdido, terminado…
Ahora estamos frente a otro tiempo
del que no podemos salir hacia atrás,
estamos frente a las voces y las risas,
alguien alza en sus brazos a un niño,
otros hay que destapan botellas
o buscan entretenidamente alguna
dirección, una calle, una casa pintada de verde
con balcones hacia el mar…
El viento frío (1967)
René del Risco Bermúdez
Con estos versos inicia René del Risco Bermúdez su poemario El viento frío publicado dos años después de que finalizara la Revolución de Abril de 1965 y donde participó en favor de la vuelta a la constitucionalidad. Su participación durante la Revolución de Abril de 1965, donde fue director artístico de la emisora constitucionalista y opositor a la invasión norteamericana es la evidencia de su compromiso como poeta con la patria que le vio nacer. Es sabido que Del Risco Bermúdez percibía la literatura como arma de combate, pero también como un recurso para defender y promover la libertad y la democracia.
Lantigua valorando ese período de la vida de René del Risco afirma que este “es el gran cronista de la épica del 65”. Considera que desde “el poema y desde la narrativa, sus letras giraron siempre sobre este tema que lo signó y lo encumbró. La vida le depararía una misión que, tal vez, nunca tuvo del todo segura de que le tocaría emprenderla”. Afirma que “todo lo que vendría después, desde sus letras de poeta y narrador, fue la crónica de la guerra, de sus muertos, de las ideas vencidas, de las palabras tristes, de las noches y sus bordes, en fin, de la guerra”.
Analizando su obra posterior al conflicto señala que su obra cumbre y la única publicada en vida fue El viento frío (1967). Un libro de poesía inspirado en la nueva realidad que enfrentaba su generación luego de la convulsa primera mitad de los años sesenta, el cual ha sido ampliamente comentado e investigado por las distintas generaciones literarias a través de los años.
En su discurso, Lantigua le dedica elogios a esta obra que expresan la calidad de su producción. Lo considera como “el poema fundador del país que nació de nuevo a partir de 1961. Fue el poemario que señaló la incertidumbre, la fugacidad de los tiempos de solidaridad bajo el telar de los sueños de redención, el amargo bebedizo de la pérdida y la realidad marcada por los vencedores”. Citando a la poeta Soledad Álvarez, señala que “El viento frío quedará como el único poemario de la generación del 60 que trasciende sus referencias inmediatas para seguir hablándonos de nuestra condición de hombres y de mujeres huérfanos de utopías”.
Afirma que este “poemario dejó escrita la historia de la posguerra y anticipó la ciudad que conoceríamos después”. En palabras de Pedro Conde citado por Lantigua “es un libro memorable, un libro de época, generacional, destinado a convertirse en parte esencial de la realidad que lo inspiró, un libro vivo, palpitante de historia y de hondas vibraciones sociales”.
El René del Risco como cuentista también lo aborda Lantigua en su disertación. Considera que tanto como poeta y cuentista, lo suyo fue “una ruptura radical con los lenguajes establecidos y con las poéticas dominantes. Allí nació una nueva imaginación y una nueva moralidad verbal”. Destaca su cuento Ahora que vuelvo, Ton que “pasó a ser una nueva manera de insertarse en el hecho narrativo. Bastó volver al terruño nativo, auscultar su temperatura humana, desvelarse en el tránsito del pueblo a la metrópoli, escudarse en el recuerdo, y el resto fue uno de los relatos más celebrados de nuestra cuentística y el más vivo ejemplo de lo que significó el cambio de mentalidad, de oficio y de vida en el autor”.
La publicidad fue otro campo en el que incursionó René del Risco. Lantigua sostiene que “la historia de la publicidad en la República Dominicana le guardó un lugar de honor en la producción que logró asentar las bases de muchos productos criollos”. Además, fue autor de varios temas musicales “que quedaron grabados en la memoria de las mejores piezas de la canción dominicana”.
Evaluando la vida de René del Risco se puede afirmar que la combinación de talentos –poeta, narrador, autor de canciones, publicista, comunicador-, junto a su gravitación en la vida cultural y política de la nación en los años sesenta, lo convirtieron en una de las figuras más emblemática de esa generación. Lantigua evalúa su obra como “el signo de la transición, del trasvase, del cambio literario que no pudo darse ni en las trincheras, ni en las guerrillas, ni en el sacrificio, ni en los primeros efluvios democráticos. Antes, se hizo publicista y la historia de la publicidad en la República Dominicana le guardó un lugar de honor en la producción que logró asentar las bases de muchos productos criollos. Se hizo galán de la televisión y de la noche y se fue de ronda para llenar las tardes sabatinas con su elegancia en el uso de la palabra y de la gestualidad que hizo fama… Dueño de la época, eso fue”.
Finaliza su disertación con la muerte de René en 1972 y con una emblemática cita sobre la muerte. En memoria de su compañero de lucha en el 1965 Jacques Viau, Del Risco Bermúdez escribió Por la muerte de todos donde dijo, por él y por los demás:
No es morir, así, sencillamente morir.
Es haber estado firme dos minutos antes de la muerte
sin pensar en echar hacia atrás, sin derrumbarse como un espantapájaros de trapo a las primeras ráfagas…[…]
No fue simplemente morir.
¡Fue dar la cara para siempre…!