Un recorrido por la residencia de Balaguer muestra detalles y elementos que adornaban su existencia
Este año se conmemora el 16 aniversario de la muerte del expresidente de la República Joaquín Balaguer, quien la madrugada del día 14 de julio del año 2002 exhaló su último aliento, a consecuencia de un paro cardíaco. Había sido internado el domingo 4 del mismo mes en la clínica Abreu, por sangramiento de úlceras estomacales, según el informe médico. Al momento de su muerte se encontraba próximo a cumplir 96 años de edad.
Su casa, ubicada en la calle Mahatma Gandhi No. 4 del sector Gascue, se ha convertido en un museo donde reposan gran parte de sus artículos personales, como la azúcar que utilizó para endulzar el último café que tomó en la sala, donde pasaba gran parte de sus tardes.
Desde su muerte, este espacio funciona bajo la dirección de la Fundación Joaquín Balaguer, dirigida por su amigo cercano y colaborador Rafael Bello Andino, designado para aquella época presidente del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), quien luego se alejó de las actividades políticas, aunque se mantiene como miembro de esa organización.
La Fundación tiene la misión de mantener viva la memoria del líder y de desarrollar programas de asistencia económica y social a diversos estratos de la sociedad dominicana. Esta organización procura, además, incentivar el estudio de la historia patria y la preservación de los valores de la dominicanidad, así como continuar con los esfuerzos que se han realizado por el desarrollo de la cultura y la consolidación de las instituciones.
En este espacio de dos niveles se organizan exposiciones, debates y paneles, por lo general enfocados en destacar los logros alcanzados por el exmandatario en diferentes ámbitos de su vida. Asimismo, reeditan sus aportes a la bibliografía dominicana. Muestran, también, los objetos personales de este estadista, que tienen valor anecdótico e histórico.
La entidad patrocina concursos literarios, exposiciones de artes plásticas, conciertos de música culta y popular, al igual que muestras del folclore y la artesanía nacional. Además, crea y promueve becas a favor de estudiantes sobresalientes de todo el país con vocación para las letras y las artes plásticas, así como cualquier otra actividad que promueva la cultura, los valores y el bien social.
La residencia del expresidente Joaquín Balaguer está dividida en dos compartimientos. Uno da a la avenida Máximo Gómez y el otro a la calle Mahatma Gandhi, la cual fue donada por el propio líder del Partido Reformista a la Liga Dominicana Contra el Cáncer.
Mientras se sube a la segunda planta, donde está la habitación del expresidente, su biblioteca personal y otros espacios, se pueden ver varios de sus reconocimientos más importantes y algunas obras de arte.
La biblioteca tiene miles de libros como “Los Días Chilenos de Juan Bosch”, de Luis Alberto Mansilla; “Cuentos Más que Cuentos” de Juan Bosch”; el “Diccionario de la Revolución Francesa”, del venezolano Arturo Uslar Prieti; “Historia Social de Inglaterra”, de George Macaulay Trevelyan; “Historia de la Literatura Griega” y “Clásicos Castellanos”.
Además, hay varias ediciones de “Don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes Saavedra; “Historia de Haití”, de Thomas Madiou; “Cuadernos Dominicanos de Cultura”, de Lupo Hernández Rueda. Escritos de autores como Samuel Hazard, Marcelino Menéndez Pelayo, uno de sus favoritos, de Ernesto Sábato, Herlin Franco Lantoni, Manuel Rodríguez Objío; de José Marti, las obras completas de Honoré de Balzac, así como “Historia de España”, escrita por J. Vicens Vives.
El legado literario de Balaguer es referencia a nivel internacional. En 1920 el expresidente publicó sus primeros poemas e inició sus manifestaciones cívicas con artículos aparecidos en el diario “La Información” de Santiago de Los Caballeros, dedicados a tratar problemas sociales de su región y del país.
Sin embargo, fue dos años antes, en 1918, cuando surgió el interés por la política dominicana, precisamente durante los años de la intervención norteamericana.
En la casa museo, donde todos los muebles están hechos de caoba, está todavía la mecedora donde se acomodaba el exmandatario una vez terminaba de almorzar y tomar su café, en una silla del comedor acondicionada con ruedas que todavía sigue allí. Sobre la mesa queda la bandeja del último café que se tomó, con el azúcar y la cuchara que utilizó.
En su despacho, todavía está un gabinete con decenas de libros con papeles dentro, ya que esa era la forma que utilizaba Balaguer para acordarse dónde se había quedado con sus lecturas. En ese mismo espacio quedan los dos teléfonos que utilizaba para comunicarse; uno para llamadas nacionales, y otro, para internacionales.
El pasillo que conecta este espacio con el baño está adornado con pinturas, así como otras áreas. En el baño de este modesto hogar permanece el último jabón con el que se duchó el político, así como su afeitadora. Este espacio, al igual que otras partes de la casa, poseen un pasamano de madera incrustado en la pared que le permitía a Balaguer trasladarse a cualquiera de las habitaciones en una silla de ruedas por sí solo.
En su habitación, donde hay docenas de santos y otros pequeños adornos, queda la cama donde el líder político dormía de tres a cinco de la madrugada, aún arreglada, con una cruz encima y una de sus pijamas.
En su gavetero quedan algunas ropas que no llegó a usar el mandatario. Y sobre este mueble, la foto de fondo en blanco y negro de Saint Frances Xavier Cabrini, primera monja que fue declarada santa por el Vaticano, a quien Balaguer oraba todas las mañanas al despertarse.
En su baño personal queda uno de los trajes y bandas presidenciales que utilizaba, así como una colección de trajes y zapatos, además de su distinguida colonia Limón, de los laboratorios Dr. Collado.
En sus 22 años de gobierno, Balaguer creó premios literarios y de periodismo, al tiempo que se ejecutó un amplio programa de edificaciones para albergar galerías de arte, museos, bibliotecas, teatros, plazas culturales como la que edificó en la avenida Máximo Gómez donde está ubicado el Teatro Nacional, la Biblioteca Pedro Henríquez Ureña, el Museo de Historia y Geografía, entre otras plantas físicas, que resaltan el arte y la cultura del país.