Llegó para asegurarse de que las aduanas siguieran recaudando para su gobierno
Esa tarde de 1911 llovía a cántaros cuando el padre de Sumner Welles, Mister Benjamin, lo llevó a Harvard y las lágrimas se confundían en el rostro de Mrs. Frances Wyeth, su madre.
Benjamin, el hijo, escondido detrás de su timidez, sonreía pícaramente, sabiendo que estaría solo y por su cuenta en aquella famosa universidad. Pero las manecillas del reloj no se detuvieron a reposar y ya a los tres años salía por la misma puerta, ahora bajo un sol rojizo, con los títulos de economista, especialista en literatura y una formación que tenía que ver con cultura de los pueblos, algo así como lo que se conoce hoy como geopolítica, bases para sus futuros cargos en la diplomacia.
Los Sumner eran gente de alto copete, de la cúpula política y del gobierno. Su tío abuelo, Charles Sumner, fue senador defensor de la abolición de la esclavitud en época de Abraham Lincoln, por lo que defendió que la Bahía de Samaná no pasara a manos del Gobierno de Grant, como quería Báez, lo que le valió un reconocimiento por los dominicanos al nombrar una importante avenida en la Capital, que la ignorancia y el choperismo borraron para reemplazarlo por el de Corporán de los Santos… hasta un día.
Las ideas que se posaron en el cerebro del joven Sumner Welles giraban alrededor de la democracia liberal, del capitalismo de libre comercio, las leyes internacionales y de cómo finalizar el colonialismo.
La ocupación de los marines de 1916 lo puso a prueba y, en efecto, cuando llegó a Santo Domingo en 1922, fue parte de una junta (Horacio Vásquez, Francisco J. Peynado, Federico Velásquez y Monseñor Nouel), que elaboró y sentó las bases para demandar la evacuación que terminó con el documento oficial firmado por William Russel y él mismo. Ese documento dio término, en 1924, a la presencia de sus compatriotas.
Cuando Franklin Delano Roosevelt fue elegido en el 1932, lo acompañó como responsable de la política de América latina, después de haber fortalecido una amistad estrecha con el gobierno Vásquez-Velásquez y de entrar en total desacuerdo con el golpe de Trujillo, que tenía la intención de hacerse el gracioso, buscando apoyo de Roosevelt.
Welles hizo todo lo posible por torpedear esa relación y solo consiguió que el propio presidente se burlara de él cuando le pasaba algún expediente… “ahí te dejo una cosita de tu amigo y compañero de clase Trujillo”.
Tan entusiasmado quedó Benjamin con el país, que escribió, en 1928, “Naboth’s Vineyard”, un resumen histórico desde la Independencia hasta “el Gobierno militar de los Estados Unidos en la República Dominicana”, libro que fue traducido por Manfredo Moore desde Amantes de la Luz de Santiago en 1939, con algunos párrafos de menos, que no ensuciaran al Jefe, quien de hecho autorizó su publicación como una forma de querer ganárselo, cosa que nunca logró. Conocemos mejor esa obra por la edición del 1975.
Varias interrogantes surgen sobre su vida diplomática, sobre todo, desde su correspondencia, casi íntima, con Ángel Morales, diplomático del gobierno de Horacio y casi vice, si no es porque Alfonseca se mete de por medio:
1-¿Por qué se empeñó Welles en la soberanía de la República Dominicana y quiso que los “marines” de la ocupación se fueran para dar paso al gobierno de Horacio Vásquez? Ni Desiderio Arias junto a Carlos Daniel, con sus 80 patriotas, lograron detener a los “marines” (casi 900) en la Barranquita de Mao. En Haití se quedaron desde 1915 hasta el 34.
2-¿Por qué su férrea oposición a Trujillo quien, al no poder contra su influencia en la cúpula del Departamento de Estado norteamericano, hizo públicos datos de su intimidad y de su vida heterosexual? A pesar de sus tres matrimonios (Esther, Mathilde, Harriette), se supo públicamente de sus aventuras con un portero, que a nadie le tenía que importar, salvo al puritanismo hipócrita de sus adversarios.
3-¿Por qué intentó suicidarse cuando se supo que Laurence Duggan, el agente economista bajo su mando, fue acusado como agente de la Unión Soviética? Duggan, luego del escándalo de 1948, con reseña en el New York Times y todo, se “cayó del piso 16” donde tenía su oficina. ¿Suicidio? ¿Acaso eso no lo involucraba directamente y él, por honor, prefería desaparecer? ¿No sería que él mismo fuera un agente, como Duggan?
Destituido y en bajo perfil, Sumner Welles se dedicó a escribir haciendo gala de su formación y, a la “Viña de Naboth”, siguieron más de 30 obras.
En nuestra capital, una calle, la de Ludovino’s Yaniqueque en Villa Juana, lleva su nombre.
En fin, ¿quién era Sumner Welles?
La llegada de Welles ocurrió en un vuelo que aterrizó en lo que sería el aeródromo Lindbergh a partir de 1928, cuando este le rindió visita al General Vásquez. Welles llegó para convertirse en el más cercano aliado del presidente y a asegurarse de que las aduanas siguieran recaudando para su gobierno. Ese aeródromo era una sabana ancha que se extendía desde el km. 9 de la Duarte hasta la Churchill y no se puede confundir con el aeropuerto General Andrews que Trujillo construyó desde el final de la Kennedy (por Amet), atravesando el Olímpico hasta el Nacional de la 27 con Lincoln.
Formación
Las ideas que se posaron en el cerebro del joven Summer Welles giraban alrededor de la democracia, del capitalismo de libre comercio”