El pasado 30 de noviembre la vecina isla de Barbados, coincidiendo con el 55 aniversario de su independencia, dejó de tener como jefa de Estado a la reina Isabel II de Inglaterra y su lugar ahora será ocupado por la abogada, jueza y política barbadense Sandra Mason, quien asumió solemnemente la presidencia de la nueva república. Este suceso político pone punto final a siglos de influencia británica, incluyendo los 200 años en que fuera uno de los principales centros de la trata humana en el Continente Americano.
Durante los últimos tres siglos, los gobernadores barbadenses tomaron decisiones en nombre de la Corona y, como afirma el historiador de la West Indies University, especialista en la historia del Caribe y de la economía de Barbados, Henderson Carter, lo sucedido en ese país es un cambio simbólico y psicológico porque al pensar en la dominación británica, esta indisolublemente va unida al esclavismo. Durante los siglos XVII y XVIII la isla fue una gran productora de azúcar y ron con un infame sistema económico ligado a la esclavitud. En la actualidad, el cambio político ayudará a reparar ese yugo colonial de represión e inhumanas condiciones de trabajo que sufrieron los pobladores barbadenses. Ahora separados definitivamente de todo vínculo con la Corona británica, el país se vuelve verdaderamente independiente.
La invitación a la ceremonia del príncipe Carlos fue, de todas formas, un acto de buena voluntad para seguir manteniendo los lazos de amistad con el Reino Unido, un gesto pacífico que honra a la joven nación caribeña. Es bueno referir que Barbados no obtuvo beneficios del mandato inglés, pues jamás recibió inversiones para la organización de la educación, la salud, las infraestructuras, el turismo y la agricultura. Desde el año 1966, los barbadenses se encargaron de todos estos sectores de su economía y lograron mantener unas fluidas relaciones diplomáticas que los llevó a alcanzar un nicho importante del mercado turístico del Reino Unido.
Su población actual es de 285.000 habitantes y viven en un territorio de 430 kilómetros cuadrados. Con toda probabilidad, es una de las islas más prosperas de toda la región del Caribe con una renta per cápita que alcanza los 15,000 dólares, aunque la actual pandemia afectó con fuerza su economía, sobre todo por la disminución del turismo al igual que a todas las islas de la región por su excesiva dependencia de esta actividad. Barbados es reconocida como una nación democrática y líder, lo cual le permite contribuir al desarrollo de la Commonwealth. Ser miembros de esta mancomunidad es necesario en el sentido de poder contribuir con su liderazgo a fortalecer los lazos democráticos de los otros países que la conforman y para ellos es importante estar ahí porque este agrupamiento de naciones comparte un doloroso pasado común.
Todo este proceso de separación política de la antigua metrópoli que ha culminado semanas atrás se fue desarrollando durante las últimas décadas paulatinamente por medio de la consolidación de una institucionalidad propia. Por ejemplo, desde 2005 creó la Corte Caribeña de Justicia que rompió definitivamente los lazos con el Comité Judicial del Consejo Privado en Londres. Desde inicios del siglo actual los exámenes estudiantiles se organizan y administran en la isla y los estudiantes barbadenses no van a Londres a hacerlos. En definitiva, se ha construido una nueva institucionalidad que ha fortalecido los cimientos de la nación y que ha culminado con el proceso de remover a la reina Isabel y sus herederos de la jefatura del estado. Carter Henderson sostiene que lo sucedido estimulará debates y reflexiones en Jamaica, San Vicente y las Granadinas, incluso Australia y Nueva Zelanda, que siguen manteniendo a la reina como jefa de estado y pronto revisarán la situación y tomarán decisiones al respecto.
Sin embargo, la pequeña isla caribeña enfrenta enormes retos y desafíos. La pandemia golpeó a su industria turística y ello generó efectos no deseados en el sector servicio y agrario que dependen directamente de ella. La situación disparó el desempleo al reducirse la llegada de dinero externo. Ahora, tras el efectivo proceso de vacunación de su población, lentamente el turismo se va recuperando, pero siempre a expensas de que las nuevas variantes del virus no produzcan situaciones inesperadas.
En cuanto a su población, un sector de ella piensa que la decisión debió tomarse medio siglo atrás, pero otro grupo opina que el paso político dado quizás haya sido demasiado apresurado por la situación actual de la postpandemia que lo hace más arriesgado. Aunque la flamante presidenta Sandra Mason piensa con determinación que es hora de seguir el ideal republicano, pues es una deuda con el pueblo y la memoria histórica de Barbados y de decirle al mundo que son un pueblo libre y no solo una antigua colonia independiente.
Hay que añadir también que desde hace varias décadas existe un fuerte movimiento de justicia restaurativa ligada al pasado esclavista, que trata no solo de pedir dineros por los agravios que ocasionó el comercio de esclavizados, sino de proponer un diálogo internacional que incentive ayudar a desarrollar las naciones que por siglos se vieron relegadas debido al colonialismo y la esclavitud. Es el tiempo de regir su propio destino y demostrar al mundo que son capaces de sostener una democracia pacífica y que es hora de repensar su estatus en el mundo. Para ejemplo de otros estados de la región, Barbados tiene entre sus habitantes un bajo índice de percepción de corrupción gubernamental.
Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.