Joaquín Monge Castillero
Doctorando de la Universidad Pablo de Olavide
PPor más que nos empeñemos en aprender inglés, francés, suajili, español, o criollo, el verdadero idioma universal de la humanidad siempre ha sido uno: la música. Bad Bunny lleva con el mundo parado desde que sacó su nuevo álbum: “DeBÍ TiRAR MáS FOToS”. Escuchar su nuevo disco es una dosis de medicina jamás explicada por ningún científico. La música nos transporta, nos hace viajar y olvidarnos por un momento de todos los problemas que existen en el mundo: incendios, bombardeos, y guerras.
Escuchar a Bad Bunny, es un estímulo de que el Caribe nos recorre todo el cuerpo y entra por cada poro de nuestra piel con un son único, inigualable e inconfundible. El disco nos transporta a sus raíces, a sus playas, a sus gentes, a sus formas de hablar, de reír, de comprender las relaciones humanas y de relacionarse con el mundo que edifican los caribes. Las trompetas y los tambores definen el mundo de una forma subyugante, parece una verdadera revelación.
Bad Bunny nos muestra que la música sigue viva por personas como él, que en un mundo donde el Auto-Tune y las canciones vacías impregnan en la industria musical, nos regala un canto de rebeldía hacia la esperanza de que todavía podemos construir un mundo mejor. La canción “Lo que le pasó a Hawái” nos hace reflexionar de que estamos a tiempo de mostrar un mayor interés por el equilibrio social y el medioambiente en nuestros territorios. En sus canciones hay una crítica, un mensaje social, y una denuncia contra el colonialismo, mostrándonos lo que mejor sabe hacer como su gran amigo René.
Este hecho nos lleva a pensar que la vida de las personas cerca del mar es más amplia, con un horizonte que hace soñar a los seres humanos con un mayor sentido de la libertad, frente a la vida rutinaria, y la condición de la vida triste y apagada lejos del mar. Bad Bunny es el Caribe en todas sus formas, porque el Caribe es mucho más que un inmenso complejo turístico desde Punta Cana hasta Cancún. Es más que los resorts, que los gringos, que las camisas caribeñas, que los habanos, que el ron, que los juegos de azar, que las drogas, que el lavado de dinero y que la prostitución en todas sus formas. Es el son, el sol, la alegría, la risa, el mar, la diversidad y una forma de mirar al mundo desde las cálidas aguas caribeñas.
El periodista onubense, Jesús Quintero, le preguntaba al guitarrista gaditano Paco de Lucía en una entrevista emitida por Televisión Española en los años noventa si él creía que los hombres que nacían junto al mar son distintos a los hombres que nacen tierra adentro. Paco le respondió: “Son más soñadores, tienen un sentido de la libertad, yo no puedo estar sin ir al mar mucho tiempo, necesito esa expansión que te da el mar para poder respirar a gusto, a fondo”.
La gente que nace cerca del mar se comporta de una manera diferente. Vivir cerca del mar, es tener una forma de ser y de estar, llena de yodo y de sal. Cualquier problema frente al mar es insignificante a través de la mirada puesta en el horizonte, si no fíjate en un habanero paseando por el malecón, en un cartagenero sentado en el muelle de los pegasos o en un napolitano a los pies de las aguas del Vesubio. O paséate por barrios como Alfama en Lisboa, como la Viña en Cádiz, como Triana en Sevilla, o Trastévere en Roma, a ver si notas un canto diferente, suelen ser los barrios más pintorescos donde el arte y la imaginación se reúnen cerca del agua ante la inmensidad de sus ríos y mares.
Si dudamos de este hecho podríamos preguntarnos dónde se originan y funden sus raíces el flamenco, la salsa, la bachata, el merengue, la champeta, el dembow, o el reguetón. Asimismo, debemos de pensar en las personas que se han encargado de transmitir estos ritmos musicales y donde han nacido para llevar a lo más alto su arte a través de un mar sin fronteras y sin límites.
Sí pensamos en Andalucía y en el flamenco vemos la importancia del canto de Camarón de la Isla, (San Fernando, Cádiz), en la guitarra de Paco de Lucía (Algeciras, Cádiz), o en la copla de Rocío Jurado (Chipiona, Cádiz). Pero también podemos sumar numerosos cantautores como Joaquín Sabina (Úbeda, Jaén) o Manuel Carrasco (Isla Cristina, Huelva). Sin duda hay una parte del Caribe, en Andalucía y de Andalucía, en el Caribe, con esos sones de ires y venires constantes, en dos mundos que se encuentran para dialogar a través de una sinergia que nos unen desde el mar.
Sí pensamos en el Caribe, el más conocido por la música reggae es Bob Marley nacido en (Nine Mile, Jamaica), si pensamos en una de las estrellas más importantes a nivel mundial del género femenino fue Shakira nacida en (Barranquilla, Colombia). Si saltamos hacia Inglaterra o América del Norte, nos ponemos en contacto con Rihanna o Carl Cox, máximo exponente este último del techno (Barbados). En Cuba tenemos al cantautor Silvio Rodríguez (San Antonio de los Baños) o a la cantante Celia Cruz (La Habana). El mayor exponente del rap en habla hispana fue Canserbero nacido en (Caracas, Venezuela). Sin duda las mujeres y los hombres que nacen cerca del mar nacen por dos, son más soñadoras y tienen un mayor sentido de la libertad, de la creatividad y de la imaginación.
Escuchar a Bad Bunny estos días, me hace pensar que todavía la música tiene un peso enorme en las sociedades que estamos construyendo, que el lenguaje universal sigue vivo, con una crítica absoluta a lo que no solo está viviendo Puerto Rico, sino el mundo entero, Canarias, Cartagena de Indias, Santo Domingo, San Juan, La Habana o Cádiz con las problemáticas de los territorios turistificados, del cambio climático, de las emergencias sanitarias o la degradación medioambiental. La gentrificación y la privatización han convertido a todo el Caribe en un centro de entretenimiento como señala Emilio Pantojas, y los dirigentes políticos tienen que imaginar otro futuro y comenzar a ponerlo en marcha porque el dinero no debería de estar por encima de preservar nuestra naturaleza, nuestra cultura y a nuestras gentes.
Centro estudios caribeños. PUCMM. Proyecto EDGES: Entangling Indigenous Knowledges in Universities. This project has received funding from the European Union’s Horizon 2022 research and innovation programme under the Marie Skłodowska-Curie grant agreement no.101130077.