Se cumple este año un decenio del fallecimiento de Diego de Moya Canaán; de nuestro insuperable amigo Guín Moya. Evocar su recuerdo constituye un ineludible reclamo del espíritu para todos aquellos que mucho lo admiramos y quisimos.

Cuatro entidades: la Cámara Dominicana de la Construcción, el Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores; la Asociación Dominicana de Constructores y Promotores de la Vivienda, y la Confederación Patronal de la República Dominicana, ofrecieron, hace dos años, un homenaje a su memoria.

Como actividad central de este tributo se presentó un libro que recoge los discursos, los artículos técnicos y las conferencias, las entrevistas y algunas cartas publicadas por él en El Caribe. Dada mi estrecha amistad con Guín Moya y su familia, cumplí el honroso encargo de prologar la obra y, también, de pronunciar las palabras introductorias de este libro póstumo: “Artículos, Discursos y Revelaciones”.

Que sirvan mis frases, de esta suerte, para proclamar los méritos de un individuo sobresaliente, como lo fue Guín, cuya trayectoria enalteció la ingeniería, el don del trabajo, la existencia familiar y el compromiso ciudadano.

Prólogo del libro “Artículos, Discursos y Revelaciones”

El ingeniero Diego de Moya Canaán, mi entrañable amigo Guín Moya, fue un héroe del trabajo y de la vida. Acometió él la existencia con el pudor, el donaire y la nobleza de los titanes homéricos. Adalid del afecto, campeón de los sueños, su trayecto vital puede entenderse ahora, a la distancia, como una gesta de la dignidad.

Al principio le tocó a Guín ser el estudiante notable que, con orgullo, atesoraba y transmitía los saberes y las virtudes de sus grandes maestros en la Escuela Normal de La Vega. Más tarde, hubo de actuar como el alumno emocionado de aquellos profesores ilustres que, en los años 50 del pasado siglo, educaban al puñado de jóvenes que acudía a las cátedras de Ingeniería Civil en la Universidad de Santo Domingo.

Héroe, señaló don José Ortega y Gasset, es quien quiere ser él mismo. Y desde aquellos años tempranos, Diego de Moya Canaán entendió cabalmente su destino. Habría de existir como ingeniero, como empresario y capitán de un enjambre de seres que, a modo de una gracia, de un don, percibían la afable y generosa decencia que irradiaba este gran camarada.

Pero Guín creía con firmeza en las instituciones, como ordenadoras del impulso creativo y de las quebrantables pasiones humanas. Con esta premisa, orientó su vida a la formación y el perfeccionamiento de entidades que templaran sus dos universos pasionales: la ingeniería y el deporte. La Cámara Dominicana de la Construcción simboliza su legado indestructible. También fue Presidente de la Federación Dominicana de Volibol, Vicepresidente del Comité Olímpico Dominicano y sirvió como Delegado en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Jamaica-1962.

Nuestra vida está repleta de espacios vacíos. La ingeniería dominicana no encuentra todavía a quienes conceder los deshabitados territorios pedagógicos de Leonte Bernard Vásquez, de Mario Penzo Fondeur y de Moncito Báez López-Penha. La desaparición de Guín Moya nos priva hoy de una de las más altas referencias del trabajo como epopeya de la voluntad y del deseo.

No podría rendirse, pues, un mayor y más fértil tributo a su recuerdo que éste de penetrar en las ideas, en los proyectos y los sueños que constituyeron su íntima razón de ser. Reflexiones, imágenes, conceptos e impulsos que nos servirán para examinar y redefinir, en primer lugar, la práctica de esa profesión que él ejerció sin máculas y con la mayor suma posible de integridad y de coraje.

Servirán estos artículos y discursos y revelaciones, de igual manera, para obligarnos al escrutinio perspicaz y al discernimiento ético de un oficio al que hemos dedicado gran parte de las ilusiones y, de seguro, más de la mitad de nuestras vidas.

Saludo con admirado afecto la divulgación de estos escritos de Diego de Moya Canaán. Puedo asegurar que su lectura nos permitirá apreciar de mejor manera la trascendencia profesional, la sustancia moral y las raíces humanas de un gran hombre.

Ing, Diego de Moya Canaán (1935-2014).

Palabras de presentación del libro

Tengo entre las manos un libro. Pero no me refiero tan sólo a las 300 páginas hermosamente impresas y encuadernadas de este volumen, como tampoco a las numerosas imágenes que ilustran y enlazan el texto con porciones de realidad y de recuerdos.

Algo distinto representan y algo más hondo subyace en estos folios. Porque en ellos están grabadas las huellas de un trayecto, las honrosas señales de una vida fecunda y decorosa. Pienso, así, que estas páginas redactadas con serena fogosidad, acaso con inextinguible entusiasmo, serán la anhelada residencia de las frases y las ideas, de los latidos y los sueños de un profesional esclarecido, de un insigne ciudadano y de un amigo primordial como lo fuera Diego De Moya Canaán.

El libro que honrosamente presento a ustedes, “Artículos, Discursos y Revelaciones”, congrega los escritos de Guín en el diario El Caribe, publicados de noviembre de 2011 a noviembre de 2013. La vastedad de los temas abarca discursos institucionales, reflexiones técnicas, crónicas y comentarios deportivos, apologías amistosas, conferencias y cartas, además de entrevistas y expresiones de la más rigurosa intimidad.

La simple enumeración de los capítulos del libro bastará para entender la multiplicidad de ideas aquí tocadas: Perspectivas del Sector Construcción, Los Homenajes de la Cámara Dominicana de la Construcción; Deportista, Constructor y Líder Empresarial; Temas de Ingeniería, Culto al Bostonismo, Culto a la amistad y, finalmente, un epílogo cargado de intenso optimismo, llamado por él: Muy Personal.

Después de los expresivos discursos de Christian Ciccone, Christian Maluf y Rafael Bisonó, creo innecesario abundar en detalles acerca de quién era Diego de Moya Canaán y cuál fue su extenso catálogo de méritos. Sólo me concierne, pues, saludar con emocionada satisfacción el nacimiento de este compendio de opiniones, de voluntad y de ensueños que nos hará posible perpetuar la presencia, material e inmaterial, de nuestro querido e imborrable Guín Moya.

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