Después de la Guerra Civil (1861-1865) Estados Unidos atravesó un período muy complejo para reunificar el país, fue tal el trauma para el pueblo estadounidense que el gobierno norteamericano desmovilizó el ejército terrestre, y dejó una pobre marina para proteger sus costas, cuestión que le preocupó al presidente Grant, que expuso reiteradamente las insuficientes asignaciones del Estado para fortalecer la Armada Naval.
En 1882 se funda la Oficina de Inteligencia Naval, y entre 1884 y 1885 se inaugura en Rhode Island la Escuela de Guerra Naval, que jugó un gran papel en la formación de los futuros marinos estadounidenses, porque aplicaba métodos modernos basados en la ciencia y la técnica.
El Estado norteamericano autorizó el empleo de fondos para el desarrollo de la marina a partir de 1880, cuando el Congreso autorizó la construcción de 150.000 toneladas de buques de guerra de acero entre 1880 y 1890, este impulso monetario, junto al desarrollo de modernas tecnologías que utilizaban las aleaciones de los metales para hacer más resistentes los cascos de las embarcaciones, la introducción de las hélices para aumentar la propulsión de los navíos, la modernización de la artillería naval, el uso de torretas movedizas, cañones con tiro de repetición y nuevas estrategias de guerra, crearon las condiciones para el desarrollo de un poderío naval.
Coincidentemente hubo un proceso fructífero de intercambio y colaboración académica en la esfera naval. Pequeños grupos de estudiantes fueron enviados a formarse en escuelas navales importantes de Gran Bretaña y Francia, de las cuales salieron egresadas personas que luego fueron altos dirigentes de la Armada de Estados Unidos.
Un gran papel jugó Alfred T. Mayer, desde luego un solo hombre no puede lograr una gran hazaña sin el concurso de una serie de circunstancias históricas, pero cuando el talento se hace notable, puede llegar a oídos importantes, que, junto a otros factores como la imperiosa necesidad social del desarrollo de una Marina Naval, el avance económico producto de la aplicación de la ciencia y la técnica, la rivalidad competitiva entre las potencias imperiales por ganar espacios geopolíticos importantes, contribuyeron a conformar una concepción ideal, que se fue abriendo paso en la sociedad norteamericana y se convirtió en un prototipo de idea realizable.
La Escuela de Guerra Naval de la cual Mahan fue profesor de estudiantes, que más tarde dirigieron los destinos de la Armada del país, como Herbert Tracy, e incluso un posterior presidente de la nación Theodore Roosevelt; promovieron las ideas de Mahan, para implementar políticas favorables al proceso expansivo del país.
Una vez madurada la teoría, resultado del momento histórico que se vivía en Estados Unidos, y con la ayuda de esas influencias políticas, fue fácil acudir a los medios de prensa, que contribuyeron a fomentar y a diseminar un ideal de nación poderosa, que fuera respetada mundialmente y pudiera marcar hitos en la historia universal de las naciones.
De ahí la importancia que Mahan le atribuyó al dominio de los mares, pero no todas las naciones tenían esa capacidad, sino solo aquellas que podían reunir una serie de características que resumió en seis, posición geográfica, configuración física, extensión de territorio, número de habitantes, carácter del pueblo y carácter del Gobierno.
El catedrático de la Escuela Naval afirmaba que los Estados Unidos reunían todas esas condiciones, por lo cual consideraba necesario tener una marina mercante, de guerra (defensiva y ofensiva), colonias para tener puertos seguros donde abastecerse y protegerse en caso necesario, a esto le añadía la importancia de contar con movilidad rápida en la flota de guerra, para trasladarse de una parte a otra de los hemisferios, y percatarse de que el viaje a través del Cabo de Hornos retrasaba el acudir en defensa de otros buques, por eso fue partidario de la idea de fomentar un canal a través de algún istmo.
Al finalizar la década del 90 con la publicación del libro más importante de este contraalmirante de la Armada Naval de los Estados Unidos The Influence of Sea Power upon History, 1660-1783, obra de consulta obligada para quienes quieran conocer por qué Estados Unidos tiene hoy una flota de guerra en cada uno de los mares del mundo, se crearon los fundamentos teóricos para justificar la teoría expansiva marítima de los estadounidenses, y se optó por llevar a la práctica la construcción moderna de una flota capaz de competir con las potencias de Occidente.
En 1891, el presidente Benjamín Harrison explicó que estaban construyendo veinticuatro buques de guerra de todas las clases en los astilleros navales y en las empresas privadas, se refería a los, aún sin terminar, acorazados con blindaje de acero, desplazamiento de más de 10,000 toneladas y una longitud de cerca de 350 pies aproximadamente, con velocidades promedio de 15 nudos; hablamos del Indiana, Massachussets y Oregon, botados al agua en 1893.
Grover Cleveland continuó con la política del desarrollo de una potente Armada Naval e impulsó la construcción del Maine, el Puritano, otros cruceros y cañoneras y se inició la construcción del famoso Iowa, que estuvo listo en 1896, en los astilleros de Cramps en Filadelfia el 28 de marzo de 1896.
Las características técnicas del Iowa fueron las siguientes: desplazamiento 11 410 Ton, 362.5 pies de largo, 72.3 pies de ancho y una altura máxima de 26.10 pies, el castillo de proa era más alto para una mayor visión y facilitar la navegación; el blindaje de acero más ligero, pero más resistente que los del tipo indiana construidos; y una velocidad de 16.8 nudos. Fue el buque de guerra más grande y potente construido hasta la fecha en Estados Unidos.
En 1898 con una poderosa Armada Naval, Estados Unidos derrotó a España en Manila, Filipinas y Santiago de Cuba, en Cuba, lo que desplazó a los ibéricos del dominio del Caribe y le aseguró a la nación norteamericana un poderío naval fuerte en los siete mares del mundo desde el siglo XIX hasta nuestros días. l
Centro estudios caribeños. PUCMM. Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.