A pesar de que en el país se había vivido un largo proceso de dictadura, no dejaba de ser un lugar atractivo para que grandes artistas de todo el mundo se presentaran localmente. El gobierno del profesor Juan Bosch se preocupó por el desarrollo de esta actividad, propició el desarrollo del talento nacional y trajo a varios grupos extranjeros del mundo del arte para ofrecer sus actuaciones.
Se recuerda que el fenecido mandatario fue electo el 20 de diciembre de 1962 en las elecciones presidenciales realizadas ese año y que obtuvo el triunfo sobre su principal contendiente, el doctor Viriato Fiallo, candidato del Partido Unión Cívica Nacional.
Aunque fue derrocado siete meses después, durante ese breve período logró darle realce al arte nacional y la presentación de importantes artistas internacionales. Una primera actividad con relación al arte local fue la presentación de la película “La Silla” a los representantes de otras naciones que visitaron el país con motivo de la toma de posesión de Bosch. Esta película ha sido considerada como ‘un logro artístico por su contenido histórico y revolucionario de gran trascendencia en la vida cultural dominicana, que merecía ser mostrada a las misiones y altas personalidades que visitaban al país’.
La cinta “La Silla” se produjo en 1962, poco tiempo después de la caída de la tiranía. Fue interpretada por Carrau como único actor, con un guión original de Franklin Domínguez y con fotografía de Clark Johnson, un joven técnico norteamericano. Los tres incursionaban en el cine por primera vez y conformaron la compañía Domínguez-Johnson-Carrau, que se hizo cargo de la producción.
Meses después, el 11 de julio de 1963, llega al territorio dominicano el mundialmente famoso cellista español Pablo Casals, acompañado de su esposa, la señora Martita, y su orquesta sinfónica. La presentación de Casals en Santo Domingo se debía a un presente de parte del gobernador de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, al pueblo dominicano y del maestro músico Casals, quien tenía una cruzada en pro de la libertad. Muñoz Marín acordó esa presentación cuando vino al juramento y toma de posesión de su amigo Bosch, el 27 de febrero de ese año.
El evento llevó por nombre Festival Casals y se celebró en horas de la noche en el Palacio de Bellas Artes. El programa comprendía las obras Réquiem, de Gabriel Fauré, con 120 voces del Coro de Cleveland, dirigido por el director de la orquesta Robert Shaw, y la Novena Sinfonía de Beethoven (Coral), bajo la dirección del maestro Casals. También actuaron como solistas la soprano Olga Iglesias, el tenor Ernst Haefliger, el bajo William Warfield y la contralto Mauren Forrester.
Asistieron a la actividad el presidente Bosch, acompañado de la primera dama, Carmen Quidiello de Bosch, y el gobernador de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín y su esposa Inés de Muñoz Marín. Para que todos los dominicanos pudieran disfrutar de esa histórica presentación fue transmitida a través de la radio y la televisión.
Al finalizar el concierto, una comisión del Colegio Luis Muñoz Rivera le entregó a Casals dos banderas bordadas en flores, una puertorriqueña y otra de la República Dominicana.
Casals, violonchelista, nacido en Vendrell, Cataluña, España, en 1876, al momento de su presentación en este país tenía 87 años de edad y fue el músico más reverenciado de la época. Una de sus composiciones más célebres es el Himno de las Naciones Unidas, conocido como el Himno de la Paz. El gobernador de Puerto Rico reconoció a Casals al llamarlo “un eminente de la música, de las virtudes humanas y de la libertad”.
Meses más tarde, el 13 de agosto, se realizó la primera presentación del Festival Folklórico Dominicano, auspiciado por la Dirección General de Bellas Artes, cuyo director era Máximo Avilés Blonda, el cual se celebró en el estadio Quisqueya de esta ciudad capital y fue transmitido por radio y televisión. Asistieron más de dos mil personas, que disfrutaron de un espectáculo artístico de grupos musicales y de bailes procedentes de las regiones Este y Sur del país, donde más de 250 personas de ambos sexos estuvieron en escena.
El 23 de septiembre, apenas horas antes del golpe de Estado, aterrizó en tierra dominicana el Ballet Folklórico de México, gracias a la reciprocidad de una visita que realizara Bosch a esa nación, para tratar asuntos oficiales, y estando allá tuvo la oportunidad de presenciar las actuaciones del grupo artístico en una de sus presentaciones. La prensa de ese año señala que el gobierno venezolano facilitó dos aviones para transportar desde México a la República Dominicana a los miembros del conjunto. El grupo mexicano se presentó la noche del 23 en el estadio Quisqueya, con la asistencia de 13 mil personas, quienes disfrutaron gratuitamente de música, danza y de arte de calidad. La realización de ese evento estuvo a cargo de la Dirección General de Bellas Artes.
Estuvo presente el presidente Bosch, y le acompañaban miembros del cuerpo diplomático y funcionarios gubernamentales, y como puede apreciarse, el nuevo gobernante disfrutaba de la amistad y colaboración de varios de los gobiernos de Latinoamérica de la época, tales como los de Puerto Rico, Venezuela y México. Esa colaboración no la disfrutó localmente…
De todas las presentaciones del ballet mexicano, la más aplaudida fue la Danza del Venado. La programación incluía: Obertura (Huapango), de José Pablo Moncayo; Tribus Yaquis y Seris (danza); Sierra de Puebla; Canciones de la Revolución Mexicana, Valle de Oaxaca (Danza de la pluma), entre muchas otras.