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Santo Domingo, 14 jun (EFE).- República Dominicana conmemora este viernes los 65 años de la expedición que, aunque no logró su propósito de derrocar la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, es considerado como el acontecimiento que dio comienzo al fin de una dictadura que concluyó con la muerte a tiros del gobernante en 1961, tras 30 años en el poder.
El 14 de junio de 1959 un grupo de 198 hombres armados arribó en avión al país desde Cuba por el municipio de Constanza, provincia de La Vega, y a bordo de dos embarcaciones que alcanzaron las costas del municipio de Maimón y la comunidad de Estero Hondo, en la provincia de Puerto Plata.
Una de las dos lanchas fue hundida tras ser bombardeada por una fragata y aviones de las fuerzas militares regulares, lo que diezmó de inmediato el plan de acción de los ‘expedicionarios’, a los que Trujillo esperaba en cualquier momento, pues tenía agentes encubiertos en Cuba que vigilaban los pasos del movimiento.
En apenas unos días, el grupo dirigido por el comandante Enrique Jiménez Moya fue eliminado por el superior ejército del dictador.
Además de dominicanos, la rebelión armada la integraron cubanos, puertorriqueños, estadounidenses, venezolanos, costarricenses y españoles.
Muchos fueron hechos prisioneros y luego asesinados en recintos militares por orden directa del dictador y de su hijo Ramfis Trujillo, comandante de las Fuerzas de Aire, Mar y Tierra. Un puñado de hombres sobrevivió ante la presión de Gobiernos de la región.
Precisamente uno de ellos, Delio Gómez, el único de aquellos supervivientes aún vivo, estuvo este viernes en los homenajes que tienen lugar en Santo Domingo y que concluirán con un gran acto y un concierto de la Orquesta Sinfónica.
En los actos celebrados estos días, la profesora universitaria María Durán, hija de uno de los expedicionarios que no sobrevivió, Julio Raúl Durán García, dijo que esos hombres, con edades de entre 15 y más de 50 años, ofrecieron su vida por la libertad de República Dominicana, a sabiendas de que su intento tenía muchas posibilidades de fracasar.
“Eran de diferentes estratos sociales, pero los unía la lucha contra el dictador, una de las lecciones más importantes que nos legaron. Enfrentaron a un Trujillo convertido en adalid de la lucha contra el comunismo en el Caribe y hasta en Latinoamérica”, recordó Durán en un conversatorio en el Archivo General de la Nación.
Resaltó el coraje de sus madres, hermanas, novias y amigas, que tuvieron el “coraje” de exigir que aparecieran sus cuerpos y que se hiciera justicia con sus asesinos.
Según Durán, los propósitos de la ‘Raza Inmortal’, como se conoce a los combatientes desde hace muchos años y cuyo nombre fue oficializado por el Senado en 2022, tenía un plan mínimo de Gobierno que, una vez conseguida la salida de Trujillo, pretendían ejecutar.
Pensaban convocar en un plazo prudente una Asamblea Constituyente, elegida por sufragio universal para que se encargara de elaborar una nueva Constitución inspirada en los postulados democráticos y de carácter representativo, y “ejecutar una reforma agraria para entregar tierras a los campesinos, una campaña de alfabetización, retomar la enseñanza de la nueva escuela primaria hasta la universidad y un amplio sistema de seguridad social para la niñez, la vejez, protección de la salud y vivienda digna”, sostuvo.
En ese coloquio también intervino el exdiputado Fidelio Despradel, con un amplio historial como guerrillero y dirigente izquierdista y uno de los fundadores del Movimiento 14 de Junio que lideró Manolo Tavárez Justo, esposo de Minerva Mirabal, una de las tres hermanas opositoras a Trujillo asesinadas por el régimen en 1960 y símbolo internacional de la no violencia contra la mujer.
Despradel destacó la organización y el desarrollo de esa formación que apoyó la candidatura presidencial de Juan Bosch, elegido jefe de Estado en los comicios de 1962 y derrocado en septiembre del año siguiente, siete meses después de asumir el poder.
La ‘Raza Inmortal’ es recordada por su heroísmo y como la punta de lanza, junto al asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, que despertó la conciencia de libertad de muchos dominicanos.
La noche del 30 de mayo de 1961 un grupo de hombres, la mayoría de ellos cercanos al dictador, le dio muerte a tiros cuando se dirigía en vehículo a su casa de verano en su localidad natal de San Cristóbal, cerca de la capital dominicana, a la que el régimen había quitado el nombre de Santo Domingo y había rebautizado precisamente como Ciudad Trujillo.