El coliflor es uno de esos alimentos que debemos consumir con más frecuencia, ya que sus magníficas propiedades lo convierten en un buen aliado en cualquier tipo de dieta, y por eso es muy recomendado por médicos y nutricionistas.
Es una gran hortaliza que muchos dejamos de lado por su fuerte aroma, o bien, porque para el organismo no es un alimento fácil de digerir. Sin embargo, si aprendemos cómo cocinarla y consumirla, podemos aprovechar sus beneficios.
Es una gran fuente de vitamina C, fibra, ácido fólico, magnesio, potasio y calcio, y cuenta también con propiedades antioxidantes que ayudan a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Dispone, a su vez, de propiedades diuréticas, por lo que su consumo es bueno en casos de retención de líquidos ya que favorece la eliminación del exceso de líquidos, resultando también beneficioso en casos de hipertensión.
Este vegetal es un ingrediente muy versátil en la cocina. Se puede preparar frito, al horno o hervido, al vapor; en ensaladas y tortillas, y también en forma de crema.
Existe una gran variedad de esta hortaliza, clasificadas según su época de recolección, su forma o su color, que pueden ser violetas y verdes.
Para conservarlo es aconsejable envolverlo en plástico, no más de una semana. Para mantenerlo perfecto por más tiempo -meses por ejemplo-, lo mejor es congelarlo. Cuando presenta manchas marrones o partes blandas en la masa significa que contiene hongos, insectos o que ya está viejo.