Es difícil seguir todas las violaciones éticas descritas en El gran cirujano del engaño, la nueva serie documental de Netflix sobre el cirujano Paolo Macchiarini cuyo título sugiere una película para televisión de los noventa directa al cable. Algunos de los pecados aquí expuestos son, literalmente, mortales.
El centro de esta historia es Paolo Macchiarini. Un aparente sociópata, un claro estafador y, lo peor de todo, un cirujano que dejó un rastro de cadáveres a raíz de sus fraudulentos procedimientos con células madre, en los que insertó tráqueas de plástico en personas incluso antes de probarlas en animales.
Paolo Macchiarini causó sensación en 2011 por realizar los primeros trasplantes de tráquea con células madre del mundo en un hospital de Suecia. En Italia, su país de origen, los medios le apodaban el “supercirujano” y su fama lo llevó a convertirse en profesor investigador invitado del Instituto Karolinska de Estocolmo, en Suecia. Hablamos de nada menos que el instituto de donde procede la asamblea que entrega el premio Nobel de medicina.
Sin embargo, en junio de este año y luego de un largo proceso, una corte condenó a prisión a Paolo Macchiarini luego de la muerte de tres pacientes sometidos a polémicos trasplantes de tráquea realizados entre 2011 y 2012, hechos precísamente en el Instituto Karolinska. La corte advirtió el carácter de alevosía de las intervenciones del cirujano. Este lo negó hasta el final.
La otra cara del cirujano
Hay mucha indignación por aquí, así como algunas preguntas sin respuesta. ¿Cómo llegó este amable carnicero, un mentiroso compulsivo, a ocupar un lugar tan exaltado en el campo de la medicina? O¿cómo logró terminar la escuela de medicina?
El gran cirujano del engaño ofrece algunas pistas. Entre ellas, que los funcionarios del Instituto Karolinska ayudaron a encubrir sus hechos cuando se hicieron públicos por primera vez. Como la mayoría de los estafadores, tenía una arrogancia que convenció a todos de que sabía exactamente lo que estaba haciendo.
Mientras tanto, lo que hacía era utilizar trasplantes sintéticos que parecía saber perfectamente que no funcionaban. Y cuyos receptores, la mayoría de las veces, sufrían muertes horribles (siete de los ocho pacientes a los que realizó este procedimiento murieron).
Estafador hasta en el amor
Además del horrendo escenario descrito arriba, la historia se relata desde la perspectiva de Benita Alexander, ex productora de NBC News, quien comenzó a acostarse con Macchiarini mientras todavía estaba haciendo un documental sobre el trabajo supuestamente innovador del no tan buen médico.
Así, la serie toma la decisión de dar igual peso al fraude médico como a la engañosa vida personal de Macchiarini, desarrollada en un torbellino amoroso con esta periodista que creía que su amado era un “supercirujano” entre cuyos clientes se encontraban los Clinton, Barack Obama y el Papa Francisco.
“Soy periodista”, recuerda Alexander más de una vez en la serie. Pero en realidad no actuó como tal hasta que se dio cuenta de que su prometida boda de gala en Italia, con la actuación de Elton John y oficiada por el propio Papa no iba a pasar. La mujer terminó engañada por el cirujano y es casi imposible sentir simpatía por ella. Ya saben, no se acuesten con sus fuentes. Incluso, si se parecen a George Clooney.