En la pasada entrega comentábamos la importancia del arte como medio para exaltar a la mujer, pues la figura femenina casi siempre pasa a ser la principal fuente de inspiración para los artistas.Citábamos el caso de Artemisa Gentileschi, creadora italiana de las más destacadas en el período barroco, quien con su estilo ganó el respeto de sus colegas, ya que las mujeres-pintoras no eran reconocidas en su tiempo, pues se consideraba un oficio exclusivo para el sexo masculino.
Con el tiempo, la mujer ha tenido que librar una gran batalla para poder lograr un espacio en la sociedad, ya que al asumirse como un ser delicado y sublime, se le resta importancia a su carácter enérgico y vital en la búsqueda de mejores oportunidades en la vida.
Solo las circunstancias han hecho posible que se aprecie en su justa medida el valor de la mujer en tanto madre-esposa-profesional y ser humano integral, capaz de tener varios frentes y manejarlos con la maestría propia de su género, cuya naturaleza la hace plural y espontánea.
Acercándonos un poco a nuestro medio, no podríamos continuar sin exaltar la labor de Adriana Billini y Celeste Woss y Gil, de las primeras mujeres artistas en República Dominicana, la primera más cubana que dominicana, pues su labor la desarrolló principalmente en la tierra de Martí.
En el caso de la Woos y Gil, a pesar de que también estuvo en Cuba, Estados Unidos y otros países, su aporte fue mayor al proceso de consolidación de la academia de arte en nuestro país, quien inició con la formación de varios artistas, donde destacan en la parte femenina Delia Weber y Elsa Gruning.
No obstante, es hasta 1942 con la apertura de la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) que la mujer va a encontrar un espacio de mayor distinción a través del arte. Entre las primeras egresadas de la ENBA tenemos a Clara Ledesma, Nidia Serra, Elsa Divanna, Noemí Mella y Marianela Jiménez, quienes fueron creando un estilo particular que hoy las convierte en maestras del arte dominicano. Continuará.
