Tomarse una cerveza sobre restos de la muralla romana o alojarse con la Antigua Roma a los pies es posible en Mérida, donde la política del Consorcio de la Ciudad Monumental fomenta la integración de restos arqueológicos en nuevas edificaciones por el “enorme valor añadido que aportan al turismo de la ciudad”.
Para Joaquina Cortés, gerente de los apartamentos CM dreams de Mérida, es literalmente un sueño -“porque el mundo pertenece a las personas que creen en la belleza de sus sueños”, como dijo Eleanor Roosevelt, frase con la que ella misma ha decorado una de las habitaciones de su establecimiento- abrir este negocio de turismo, paralizado por la pandemia.
Se trata de cuatro apartamentos de lujo que reciben los nombres de las diosas romanas Diana, Ceres, Minerva y Proserpina, con un patio en el que los clientes podrán compartir espacio con los restos de un complejo termal de la época romana, parte de cuyos elementos ya fueron integrados en una plaza pública situada junto al nuevo establecimiento hotelero.
Sin embargo, lo que hace totalmente singular a estos apartamentos, especialmente al que lleva el nombre de Proserpina, “la joya de la corona”, para Cortés, es que todo el solado es de cristal, de forma que quienes se alojen en él tendrán literalmente a sus pies a la antigua Augusta Emérita sin necesidad siquiera de salir del hotel o de la cama.
Así, podrán contemplar a través del suelo de cristal los restos arqueológicos de las primeras termas públicas extramuros documentadas en Mérida y que se pueden fechar entre los siglos II y V d.C.
Estarán alojados en un apartamento con todas las comodidades del siglo XXI, pero compartiendo espacio unos metros más abajo con un “balnea” romano, con su “caldarium” y su sistema de “hypocausta” para calentar el agua, así como con las piscinas dedicadas a agua fría “frigidarium” y al agua templada “tepidarium”.
Si se tiene en cuenta que la Mérida actual se superpone a un yacimiento arqueológico excepcional que es Patrimonio de la Humanidad, no es de extrañar esta convivencia entre el pasado y el presente de la ciudad que llegó a ser capital de la Hispania Romana y actualmente lo es de Extremadura.
Por ello, para el Consorcio de la Ciudad Monumental y su gerente, Félix Palma, aunque hay bastantes edificaciones actuales públicas y privadas con restos arqueológicos integrados, “son pocas para las que debería de haber, ya que aportan excepcionalidad y valor añadido”, mientras que su conservación está totalmente garantizada, pues los establecimientos tienen la obligación de cuidarlos, “lógicamente con nuestra coordinación y supervisión”.
Uno de los primeros edificios públicos en integrar restos fue el Museo Nacional de Arte Romano de Rafael Moneo, que incluye tramos de la calzada que salía por un portillo de la muralla de la ciudad y enlazaba con el camino hacia Corduba (Córdoba), a través de la necrópolis oriental, así como parte del acueducto de San Lázaro y una imponente cripta con hallazgos arqueológicos correspondientes al barrio extramuros, con paredes de viviendas que tienen decoración pictórica junto a un área funeraria.
El Museo se inauguró en 1986 y ese mismo año se integró también un aljibe romano en un bloque de pisos de la calle Trajano, en el que los vecinos acceden a sus viviendas a través de escaleras construidas por encima del yacimiento.
El propio edificio de oficinas de la Junta de Extremadura en el centro de la ciudad se eleva sobre unos pilares que dejan a la vista el Área Arqueológica de Morería, de un valor excepcional, mientras que el Parlamento regional o el Centro Cultural Alcazaba también cuentan con restos romanos integrados.
El Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida tiene en cuenta, a la hora de autorizar o no la integración de estos, la importancia y el nivel de conservación de los hallazgos arqueológicos excavados, la garantía de una perfecta conservación y adecuación, y el hecho del “disfrute público de su contemplación”.
Por ello, hace ya cerca de 20 años se autorizó que quedaran visibles a través de un rectángulo de cristal los restos de una casa romana en la Pizzería Galileo y ya más recientemente otros establecimientos de hostelería de la ciudad han integrado restos, como el restaurante A de Arco, con una pared que pertenece al propio Arco Trajano, que daba acceso a un recinto sagrado dedicado al culto imperial y fechado en torno al siglo I d.C
También el restaurante La Tahona, muy próximo al A de Arco, cuenta entre sus mesas con restos del Foro Provincial de Augusta Emérita y el bar La Sureña tiene parte de su suelo de cristal, lo que permite a sus clientes estar sentados por encima de las piedras que constituían la muralla romana.
La última farmacia que se ha abierto en Mérida, la de Claudio Barquero Godoy, en la calle Hernán Cortés, muy próxima al recinto del Teatro y el Anfiteatro, cuenta en su patio al descubierto con restos de la muralla y del acueducto romano, y ha colocado una “tábula” romana, hallada en la excavación, dentro del propio dispensario
Su propietario, que no es originario de Mérida, reconoce que el hallazgo complicó y encareció bastante la obra, pero ahora se siente contento de poder trabajar en un sitio tan especial y de no haber optado por volver a enterrar los restos, que era la otra opción que se le planteaba.
También una edificación de la Calle Parejos cuenta con una habitación con pinturas romanas y otra de la Avenida Fernández López conserva restos de una “fullónica”, que era el nombre que recibían en el Imperio Romano los comercios dedicados a lavandería y tintorería, mientras que la Escuela de Superior de Hostelería y Agroturismo de Extremadura tiene integrado parte de un alfar con dos hornos.
Mérida vive sobre lo que hace 2.000 años fue la gran Augusta Emérita, por eso los hallazgos son continuos en cuanto alguien se atreve a remover su tierra. Ese es su problema y al mismo tiempo su riqueza, un yacimiento de oportunidades para quien como Joaquina Cortés han decidido hacer realidad sus sueños, porque, como dijo Virgilio, “possunt quia posse videntur” (Pueden, los que creen que pueden).