El trabajo, la casa, algunas actividades extracurriculares, la crianza de los hijos, cumplir con los compromisos familiares y laborales, no nos dejan espacio para llamar a una amiga, sentarnos a compartir un café y contarnos mutuamente las últimas novedades de nuestras vidas.
No se trata de dejar responsabilidades para salir a divertirnos y compartir, lo que sucede es que algunos no hacemos el más mínimo esfuerzo por demostrar el cariño, el amor, por expresarle a otros lo mucho que los extrañamos.
Nos resulta incómodo manifestar el cariño, pensamos de forma equivocada que esas demostraciones de amor, que decirle a alguien que verlo y tenerlo cerca nos hace feliz, nos va a proyectar como una persona débil, dependiente e insegura. Nada más incorrecto.
El paso del tiempo nos va enseñando la fragilidad del ser humano, lo corta que es la vida y aun así la malgastamos en malquerencias, en odios y en problemas. En la mayoría de los casos nos damos cuenta del tiempo que hemos perdido cuando yo no podemos recuperarlo, perdemos miles de oportunidades para decir una palabra de cariño, para manifestarle admiración y amor a una persona, pero solo lo lamentamos cuando esa persona ya se ha ido.
¿Cuántas veces llegamos a la casa sin mirar a nuestro alrededor, Nos perdemos sus travesuras, sus mejores años y cuando crecen y se envuelven en sus cosas, añoramos que sean ellos quienes volteen a mirarnos, pero ahora son ellos los que están muy ocupados para nosotros.
A veces nos sentimos fatigados realizando una tarea que quizás no es tan difícil, pero por el afán de concluirlo, nos ofuscamos y damos vueltas sobre lo mismo.
Sin embargo, todo habría fluido tan fácil de habernos dado el tiempo de parar un instante esa tarea que nos ocupaba, tomar un respiro, descansar un rato y retomar el trabajo.
Eso no solo contribuye a que las cosas salgan mejor, si no a que al
final nos sintamos menos cansados.
Nos haríamos mucho bien si de vez en cuando nos hiciéramos el tiempo y el espacio para compartir un ratito con nuestros seres queridos, para decir: “Te amo, me haces falta, soy más feliz cuando estás junto a mí, tu bienestar me da felicidad”, sin pensar ni por un instante que esas muestras de amor, puedan interpretarse como muestras de debilidad. l