Alina Abreu produjo el espectáculo de ballet clásico basado en la obra homónima de William Shakespeare.
Las tres funciones ofrecidas el fin de semana pasado fueron respaldadas por el público en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, con la que finaliza un año de excelentes producciones artísticas.
Este ballet está calificado como una fiesta para los sentidos, en donde el poderío desplegado en escena es impresionante y abre paso a un universo en que los bailarines describen una gama de sentimientos a través de la narrativa física y la intensidad que conceptualiza una sensación tan compleja como el amor.
La historia presentada con más de 100 artistas en escena transportó al público a un bosque encantado de la antigua Grecia, magistralmente concebido por el escenógrafo Fidel López, en donde las polillas, mariposas, mariquitas, crisolinas, hormigas, escarabajos y avispas parecen vivir una fiesta eterna. El ballet fue acompañado en determinadas escenas por un coro lírico, a cargo de la soprano y solista Paola González.
La obra reside con dramatismo intenso en cada escena, fue un trabajo impresionante a cargo de la joven actriz, Paula Ferry en su debut como directora artística.
“Sueño de una noche de verano” es una oda al amor, y también es la posibilidad que devela cómo el registro de estos bailarines retrata el poder del drama íntimamente entrelazado con la danza, la sutileza que envuelve de certeza la ilusión y la habilidad, celebrado de forma gloriosa, que le devuelve la luz a ese bosque que habita en la cotidianidad de cada nuevo día.
Se trata de un recorrido por las emociones que atraviesan los enamorados, que van desde el amor, la desilusión, el resentimiento, hasta llegar a reparar la fraternidad y, por supuesto, el amor.
La obra fue defendida con destreza por los protagonistas de esta historia “Oberón” (Solieh Samudio) y “Titania” (Demi Issa), una pareja de imponente presencia escénica, por la altura del bailarín y la estética de la bailarina, cuya precisión técnica se potencia en sus perfectos arabesques y elevación de piernas.
Totalmente empoderada en el escenario, destilando femineidad, fuerza y emotividad.
“Hermia” (Grace Batista) y “Lisandro” (Ednis Mallol); “Helena” (Carmen Arredondo) y “Demetrio” (Pedro Pablo Martínez), hacen de enamorados que entre vueltas, saltos y movimientos retan al cuerpo, interactúan entre ser mortales y unirse a seres encantados del bosque.
Sus historias se entrelazan en una serie de aventuras y cómicas anécdotas, en la que “Bottom” (JJ Sánchez), hombre con cabeza de asno, se convierte en un personaje potencialmente divertido, gracias a las ocurrencias de “Puck” (Eliosmayquer Orozco), duende culpable de tanta locura desatada en el mundo de la ficción. Destacables y aplaudibles son la exposición en el escenario de las bailarinas, interpretan a las libélulas Camila Hernández García y María de los Ángeles Muñoz y las hadas solistas Camila Issa Svelti, Mariam Rojas Carip, Melissa Gómez y Meryl Daniela Rodríguez.
“Sueño de una noche de verano” es una producción que Abreu dedica a su madre, Magaly Rodríguez, creadora octogenaria encargada del vestuario, a la que define como su guía e inspiración, y quien la inició en el ballet. “Como diseñadora de todo el vestuario y la utilería de esta producción, su talento y dedicación ha dado vida a los personajes y al universo fantástico”, escribió Abreu.
Música en vivo y puesta en escena
La música original de Félix Mendelssohn, tuvo en la dirección musical a Junior Basurto Lomba, que dirige una orquesta en vivo, de 45 músicos sinfónicos. Alina Abreu tuvo la feliz idea de exponer la música de forma física, en una versión inspirada en el ballet “The Dream”, de Frederik Ashton.
La puesta en escena dura 1 hora con 40 minutos. A lo largo de ese tiempo el elenco expone potencia y sensualidad, ternura y complicidad.