Al fin Pablo López llegó a conquistar República Dominicana. Por lo que dijo en el concierto, producido por César Suárez Pizano, el público dominicano le resultó entrañablemente único. Lo hicieron sentir como si estuviese en un estadio lleno.
A cambio, Pablo López, que se presenta en locaciones como el Auditorio Nacional de México, o el Wizink Center de Madrid, donde no puede andar por las calles, de tan estrella que es, regaló un show que recordarán ambas partes: público y artista.
Dueño de una voz asmática y de una risita de gnomo pícaro, Pablo lleva el cabello con ese corte donde lo asimétrico sería algo cómodo a la vista. Hombre al piano, lo usa para hacer melodías rabiosamente sinceras y bellas y para aporrear la madera y crear ritmos.
Había comenzado con Unikornio (de su cuarto disco homónimo) y siguió ovación de por medio con Donde, un tema de hace 11 años que fue igualmente coreado. Como la 3ra fue Suplicando, hay que decir que cada canción llevaba la misma derivación, una y otroa y otra, y cada vez más penetrantes mutuamente. Que uno no sabe qué magia, que destino le espera a uno en cada puerto, que tal parece -si no es un mentiroso de campeonato- que sedujo al público y el público lo sedujo a él, lo conquistó y se lo echó en un bolsillo. No siempre ocurre así, al revés.
Este andaluz de un pueblecillo de Málaga, que vivía en una casita hacinado, donde no había espacio ni para un piano vertical, es hoy por hoy, una de las estrellas más queridas de España. Tanto que el mismísimo Raphael le pidió que le produjera su próximo disco. Y Raphael que viene el año próximo, trae su gira de ese disco hecho por Pablo.
El amor se olvidó de nosotros (bonito solo unísono de trompeta y trombón). Da palmadas al piano. Hijos del verbo amar (hermosa melodía de los metales).
El patio fue ovacionada y coreada. También El niño. Luego cogió una guitarra y vino a proscenio. Mamá no.
Su voz es poderosa y melódica. Su público es fiel y creciente. “Si soy honesto con ustedes, esto no es normal. Escuchar las canciones de nuevo. Esto no pasa en todas partes. Gracias”, dijo de emoción en emoción.
Tanta fue la entrega que mandó a dejar a oscuras el teatro entero, y a capella cantó uno de los temas, que con su gran chorro de voz logró acomodarse en cada esquina, escalón y recoveco del Teatro Nacional Eduardo Brito. Pablo López, sinceramente, es de las mejores cosas que le pasan a la música ahora mismo (sin apellidos ni geografías). ¡Y que alguien diga lo contrario!
Otras canciones interpretadas
Presentó la banda en Dos palabras. Hizo Te espero aquí. Vi. Ven. Tu enemigo. Cuando ya la había terminado el público se la cantó de nuevo y él les acompañó con el piano. El mundo. Mejor momento y Quasi siguieron en un solo coro y gente espontáneamente de pie. Dos palabras. El abrazo mas grande de todos los tiempos. (Alguien gritó que Viva Malaga y él dijo que viva este lugar porque esto es único). Siguió con Quasi y Some body to love me, de Mark Ronson.