La Ley 502-08 del Libro y Bibliotecas fue promulgada por Leonel Fernández el 19 de diciembre del 2008
El espíritu de la ley 502-08 estaba dirigido a fomentar una política integral y sostenible que condujera a democratizar en el país la lectura y el acceso al libro. ¿Se habrá logrado?
Otro objetivo era lograr un desarrollo armónico de la industria editorial dominicana en sus diversos sectores y procesos. ¿Se habrá logrado?
Y muy importante, se proponía estructurar un Sistema Nacional de Bibliotecas, como uno de los medios necesarios para el desarrollo social, educativo, cultural, científico, tecnológico y económico de la nación y para su integración con el mundo. ¿Se habrá logrado?
La ley que debió ser revisada cinco años después de su entrada en vigor, sigue en el olvido más oscuro.
El artículo 5 declaraba de interés social la política de fomento de la lectura, del Sistema Nacional de Bibliotecas y de la actividad editorial, colocados como objetivos prioritarios (¡por ley!) de la política cultural y educativa del Estado, por lo que reciben tratamiento preferencial en los planes y programas de inversión pública y de desarrollo económico, social y cultural.
La Ley del Libro y Bibliotecas es de las leyes más importantes con que cuenta el ámbito cultural y educativo del país, por su carácter democrático, integrador y constructivo de la sociedad dominicana. Pero, ¿será que llegó fuera de tiempo? Más bien, ¿tardíamente?
Entre otras medidas la ley creaba el Consejo Intersectorial para la Política del Libro, la Lectura y las Bibliotecas (Conlibro) que tal parece nunca fue creado. El consejo debía estar integrado por los ministro de Cultura, Educación, Educación Superior, el director de del centro de Exportación e Inversión de RD, el director general del Libro y la Lectura, el de la Biblioteca Nacional, par de representantes de la Cámara Dominicana del Libro, otros de universidades y colegios privados, etc.
Algo relevante que plantea la ley es que la edición de libros, impresión, distribución y venta de libros como industria tendría acceso a programas de crédito y fomento industrial.
Según esta ley la importación de libros y productos editoriales afines de carácter científico y cultural, así como la venta de libros y productos editoriales quedan exentos de ITBIS. ¿Es eso así?
Asímismo se concedió exención de ITBIS a la cadena de producción de libros y productos editoriales afines en sus componentes gráficos y de impresión en el país, según reglamentace el Poder ejecutivo. Del mismo modo las empresas editoriales estuvieron exentas de impuesto sobre la renta por 10 años, que ya pasaron.
Una de las exenciones de las cuales más deben de haber utilizado los impresores ha sido de las importaciones de papel, fotografías, películas, tinta, maquinarias, equipos, etc; que no deben pagar impuestos ni gravámenes aduaneros. También la exportación de libros, revistas, folletos y publicaciones científicas y culturales. Incluye los ingresos de sus autores y traductores; así como los de los autores de libros editados e impresos en el exterior. Del mismo modo los premios recibidos por autores nacionales en concursos en el país o en el exterior no deben pagar ITBIS ni IRA.
La ley permite que los libros gocen de tarifa postal preferencial o reducida. Esto se estuvo cumpliendo durante el gobierno pasado, se desconoce en la actualidad.
La ley creaba lo que llamaron Fondolibro para facilitar el acceso de la comunidad a las bibliotecas, el fortalecimiento y ampliación de la infraestructura bibliotecaria, la formación técnica y profesional del personal bibliotecario y el mantenimiento del Sistema de Información y Registro Bibliotecario.
Otro aspecto importantísimo de la ley fue lograr que la Feria Internacional del Libro (FIL-Santo Domingo) pueda ser constituida como zona franca temporal de conformidad con reglamentación del Poder Ejecutivo.
Y algo que se convirtió en un antepasado de la traída y llevada Ley de Mecenazgo fue en la Sección VII de la ley, en su artículo 40 “Incentivo a la donación del sector privado” plantea que las personas jurídicas “obligadas al pago del impuesto sobre la renta en el país por el ejercicio de cualquier tipo de actividad, que realicen donaciones de dinero para la construcción, dotación o mantenimiento de bibliotecas de la Red de Bibliotecas públicas, y a la Biblioteca Nacional tienen derecho a cancular el 150% del valor real donado para efectos de calcular el impuesto sobre la renta a su cargo correspondiente al período gravable en que se realice la donación”.
La ley del Libro y otras leyes
El poeta y editor José Rafael Lantigua, quien era ministro de Cultura por aquellos tiempos informó a elCaribe que esta ley formaba parte de un conjunto de leyes culturales, de las cuales se lograron hacer tres: la ley del Libro y las Bibliotecas, la Ley del Fomento del Cine y la Ley de Archivos.
“En verdad eran casi 10 leyes, y se dejaron listas. Cada vez que oigo hablando de eso, digo que uno trabajó en vano, porque hay gente que no se entera, ni le preguntan a uno.
Se dejó una lista de leyes listas con todo un equipo, de dentro y de fuera, entre ellas la ley de las artes escénicas, incluida la música, teatro y danza, se dejó la ley de patrimonio cultural porque eso está desfasado.
La actual ley se revisaba porque es muy vieja y se dejó la ley 41-00, que por los cambios del 2010 de la constitución, obligaba a ser una nueva ley, eso era de todos los ministerios. …Esas leyes se dejaron y se entregaron a la consultoría política del poder ejecutivo, y ahí están, lamentablemente ya no teníamos tiempo para impulsarla. Impulsar una ley conlleva mucho trabajo” aseguró.
La ley del Libro vista desde hoy
La pregunta era inevitable. ¿Qué sucede con la ley del libro vista desde hoy?
“En el caso específico de la ley del libro, que es la que nos ocupa ahora, yo pienso que llegamos tarde. comenzaba poco a poco el declive de las librerías, que no fue un asunto solo de aquí, fue un fenómeno mundial”, expresó.
Entre las cosas que tuvo en contra aquella ¿quimera? estaba el hecho indiscutible de que en República Dominicana “nunca hemos tenido un mundo editorial. Hemos tenido impresoras. Ahora hay unos esfuerzos en la editorial Santuario, con Isael Pérez y unos que otros han hecho esfuerzos editoriales. Pero la mayor parte eran impresoras donde tú llegabas y pagabas, y te imprimían los libros. Esa es la realidad”.
Narra Lantigua que cuando comenzaron quedaban tal vez unas 5 o 7 librerías. “De esas librerías creo que solo quedan Cuesta y La Trinitaria. ¡Todo cambió tanto!”, se lamenta.
Lantigua antes iba a la Zona Colonial a visitar librerías. Ahora, dice, donde más lejos llega “es a Cuesta donde el libro dominicano no tiene una gran presencia. Cuando ponen un libro dominicano, es por unos días nada más, incluyendo los que somos compradores fijos allá.
Un grupito de escritores, que nos mantenemos leales y hasta nuestros propios libros los ponen por unos días nada más. En verdad Cuesta rinde un gran servicio para los que leemos mucho, pero es una pena que ocurra”, reconoció.
Cuando llegó la ley del libro “en verdad nos quedaba poco tiempo para implementarla como se quería, se ha dicho que la convención sectorial no se formó pero sí se formó, y se realizaron varias reuniones. Ahora bien, advertimos que habían muchas disparidad de criterios y en la división de la ley del libro, cada quien halaba para su lado”.
Una pérdida de tiempo
“Yo me di cuenta de que iba a ser una gran pérdida de tiempo. No resultó. Una cosa es la que suena, y la realidad es distinta. No había visión en lo que iba a ser una ley del libro, entre los propios actores y los propios beneficiados. ‘Si no me iba a beneficiar yo, pues nadie más’, pensaban algunos”, rememoró.
“Creo que no se le puso mucho caso, ya a la s librerías no iba nadie a comprar, salvo a Cuesta, y que se mantiene gracias a CDN. Pero estoy seguro que como librería sola no la podía mantener nada más que ese grupo empresarial” aseveró.
Está convencido de que la ley se afectó por eso. “Una de las exenciones era para que las empresas nos ayudaran. 200% con el fin de que se hiciera una biblioteca para los trabajadores, con más de 500 empleados. No se hizo. A un empresario no le interesa una biblioteca. Siempre me pareció una quimera, pero era bonito. No lo hizo nadie”, reconoció.
“El asunto es que los tiempos cambiaron. La ley establece en uno de sus artículos que a los 5 años debe ser revisada para ver qué aspectos se aplicaban y que no. Eso no se ha hecho, hace rato que cumplió 5 años. Nadie le está haciendo caso a la ley… tenemos 9 años de atraso con la ley, la ley ya no sirve, hay que revisarla, cómo y qué cosa aplicar, y qué no, y adecuarla a nuestro tiempo”.
Asegura que en el mundo no se dio lo que se vaticinó con respecto a la lectura digital, “no es verdad que ha podido superar a la física, y por el contrario en el mundo están abriendo 300 nuevas librerías, están abriendo otras en Europa. El boom se originó a causa de la pandemia porque se originó un interés por la lectura en el mundo”.
Sobre el desarrollo de bibliotecas opinó: “Nos dimos cuenta de que realmente chocaba con una realidad tremenda, yo mismo inauguré como 15 bibliotecas en el país, y a veces no quisiera ni saber qué ha pasado con esas bibliotecas. ¿Qué ha pasado?”, se pregunta.
“El punto es que llegamos fuera de tiempo, a nadie se le ocurre hoy ir inaugurar o abrir una biblioteca si esa biblioteca no tiene también todo un arsenal de equipos tecnológicos para entrar a consultar la red… La realidad: es una ley que quiso salvar una situación, quiso premiar a los escritores, crear un sistema editorial que no teníamos y no tenemos”.
La Biblioteca Nacional
El escritor Rafael Peralta Romero, director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña , está interesado en desarrollar la Red de Bibliotecas Públicas, según confesó a elCaribe.
Reconoce que hay personas que han donado libros., pero no así sobre el Artículo 40 que habla del Inecntivo a la donación del sector privado.
Peralta Romero expresó que se han estado visitando municipios del país para informarse en qué estado están las bibliotecas y ofreciendo la colaboración de la Biblioteca Nacional para su desarrollo.
“Donde la autoridad municipal colabora ahí está nuestra ayuda”, aseguró.
Puso como ejemplo a la Biblioteca Municipal de San Pedro de Macorís, y a la actitud positiva del alcalde. “Se trata de la biblioteca más antigua de República Dominicana, y han restaurado el mobiliario. Se restablecieron los muebles, se restableció todo, y pusieron un área acorde con lo moderno, con lo digital”.
“Higuey debe ser la ciudad donde más bibliotecas hay en el país. La Biblioteca Nacional le ha hecho aportes a varias bibliotecas de Higuey”, dijo y mencionó la labor del periodista Livio Mariano Cedeño, ganador del Premio Caonabo hace pocos días, quien promueve donaciones de libros para esas bibliotecas. Calcula que son 5 o 6, contando la municipal y las de los liceos.
“Que no se nos quede Moca”, expresó el también académico de la lengua, al destacar la calidad de esa instalación de esa ciudad cibaeña.
Manifestó que en el municipio de Guerra existe una voluntad clara de parte de su alcalde para hacer una biblioteca en un local aledaño a la alcaldía.
Igual expresó su voluntad de ayudar desde la BNPHU al municipio que necesite su apoyo.
Rafael Peralta Romero está convencido de la necesidad de que cada municipio del país tenga su biblioteca. Esto depende de la voluntad de las autoridades de cada ciudad o pueblo de República Dominicana.
Programación indicativa a edición literaria 2022
Según la Programación Indicativa Anual Física Financiera MINC 2022 en el presupuesto se debieron dedicar para Publicaciones y ediciones de obras literarias, artisticas y culturales 0 publicaciones y 0 pesos en el primer trimestre; en el segundo, 26 libros físicos programados para una programación financiera de 4,450,000; en el tercer trimestre 0 libros y 0 pesos; en el cuarto trimestre 5 unidades para 1,550,000 de programación financiera. Para un totalde apenas 6 millones de pesos.
Industria del libro, parte de industrias naranja
Una buena revisión y actualización de la Ley del Libro y las Bibliotecas serviría para incluir el fenómeno del libro digital, cuyas ventas dentro y fuera del país son una realidad.
Para que se tenga una idea: según la Cuenta Satélite de Cultura-RD del 2014, un 19% de la población eran jóvenes de 15 años y más, residentes en las zonas urbanas del país, adquirieron algún producto cultural, representando un 19%. El gasto realizado fue de RD$5,584.9 millones. El 70% de esas compras fueron realizadas en librerías y centros comerciales; el 30% restante en la vía pública o puestos ambulantes. Los principales productos adquiridos fueron libros (54%) y periódicos y revistas (24%).
Es cierto que en esa época existían todavía 7 u 8 librerías. Pero no es menos cierto que hay una gran cantidad de libros de texto que se siguen adquiriendo físicamente. Y que hay una parte de la población que compra libros variados, sea de literatura artística o literatura especializada por Internet, sean físicamente o digitalmente.
El libro por derecho propio sigue teniendo una importante participación de los resultados de comercialización dentro de las industrias naranja.
La ley
“En el caso específico de la Ley del Libro y las Bibliotecas, yo pienso que llegamos tarde” José Rafael Lantigua ex ministro de Cultura.
¿Visión?
“No había visión de lo que iba a ser una ley del libro, entre los propios actores del sector y los propios beneficiados”.
Quimera
“A un empresario no le interesa una biblioteca. Siempre me pareció una quimera, pero era bonito. No lo hizo nadie.”
Revisión
“La Ley del Libro y las Bibliotecas debía revisarse a los cinco años… Hace tiempo pasaron cinco años”.