El debut en solitario de la cantante malagueña, primero en Santiago de los Caballeros y luego en la capital, significa la apertura de un nuevo mercado para la intérprete.
Después de debutar ante el público santiaguero con éxito, Pasión se presentó, por primera vez en solitario en el Teatro Nacional. La idea de traerla había sido de César Suárez Pizano, al ver su impronta en el espectáculo que produjo con Paloma San Basilio y Maridalia.
Las credenciales de Pasión fueron más por el boca a boca, porque en realidad la radio no la pasa; esto a pesar de que es una artista con 10 discos de estudio y una nominación a los Grammy.
El concierto
Arrancó el derroche de sensualidad con Tonada de luna llena, del venezolano Simón Díaz. “Yo vide una garza mora / dándole combate a un río”, con la que hace una creación, mientras sale muy lentamente a escena. El primer aplauso debió ser una ovación. Agradeció y contó de su interés por presentar el Caribe desde la orilla del otro horizonte. Vestido negro, cabeza rubia, sonrisa orgásmica.
“No habrá candor en mis ojos ni habrá perdón…” (Volver a volar, de José Ignacio Pacheco), ducha en melismas, Pasión recrea cada tema. De Federico Garcia Lorca Baladilla de los tres ríos A piano, contrabajo y percusión. Luego Fina estampa, de Chabuca Granda. La bien pagá, la famosa copla de Juan Mostazo Morales, que nos trajera Sarita Montiel. Pero ahora en jazz, con piano finísimo, contrabajo aceitado, drum con escobilla.
Sale el resto de la banda, con Federico Méndez a la cabeza. Bolerazo. Querría. Que ha popularizado El Kanka.
Luego un bambuco viejo colombiano, que es joven porque data del 2016, compuesto por el colombiano Aurelio Núñez. Buen viento y buena mar, sin piano, con acordeón. Pasión sale de escena después de cantar. El grupo se queda tocando y el público dando palmas. Cierra el acordeón.
Entran metales. Cambio de ropa de Pasión. Vestido dorado. Lleva una cesta de flores que va lanzando. Gracias a la vida. Tema que abría el último disco, antes de suicidarse, de Violeta Parra.
Bachata Natural. Suya. Trompeta con sordina. Trombones, flauta, saxo contralto y acordeón, más guitarra. Lo demás es ritmo. Realmente demasiado lenta. Pedía más tempo.
Vuelven los tres coristas. Sube el ritmo. Una canción contra la violencia de género: María se bebe las calles, de Antonio Martínez Ares. Después, Tan poquita cosa, de Javier Tizón, seguido de un homenaje a la gran Rocío Durcal con La gata bajo la lluvia, de Rafael López Botija.
No podía faltar Malagueña salerosa, de Elpidio Ramírez y Pedro Galindo. Y el homenaje a Juan Luis Guerra con su versión de Cuando te beso, muy aplaudida; y un Popurrí: Te regalo una rosa. Maridalia entró para cantar Ojalá que llueva y Mediterráneo. Ovación.
Pasión comenzó el adiós con Todo lo que tengo. Disparó los resortes del público, de pie en larga ovación. “Yo tengo ganas de cantar”, dijo, sin falso final con La Bohemia de Charles Aznavour. Piano solo y ella sobre el piano, como una gata. Contrabajo. Drum a escobillas. Lucía (a piano) y La tarara, con la orquesta. Tras bambalinas, la celebración.