La noticia de que, por fin, Steffany Constanza se presentó en los carnavales de la capital, añade un nuevo capítulo a su carrera artística.
Los que conocieron a Steffany Constanza cuando aún era una adolescente atada a su montaña, a sus amistades, a su iglesia y a su familia, saben desde entonces que es dueña de un talento grande y de una gracia mayor. Que en el negocio de la música es más importante el ángel que el garrote.
Luis Medrano, su creador conceptual, quien previno que hacía falta una chica como ella en el merengue, la ha tenido desde hace algunos años, tomada por las riendas, seguro del valor y seguro del agua que ha tenido que aportarle para que el buril pueda tallar al diamante.
Desde sus inicios, Steffany demostró una voz prístina, la gracia encendida en el rostro, el ángel tocándola con el ala.
Desde entonces ha grabado temas, ha hecho dúos, ha cantado tanto en tarimas que pudiera llamársele la princesa de las tarimas, y finalmente ha recibido la colaboración de artistas de gran solvencia musical.
Su más reciente grabación Bembé, una composición de su propio mánager, Luis Medrano, es un éxito que ha tenido primerísimos lugares en las empresas medidoras.
Si hay alguien que sigue los pasos de Milly Quezada y Miriam Cruz, dos probables referentes suyas, esa es Steffany Constanza.
Claro que su energía, su frescura juvenil, su calidad vocal y su centrado pensamiento son cinco de sus mejores herrameintas para conquistar el éxito.
¿Qué le falta a Steffany Constanza? Visibilizarla a través de los medios tradicionales, y además rodarle videoclips que le permitan transitar también por las redes. Visibilizar su rostro, enfrentarla a las cámaras y a los micrófonos, y a los fanáticos capitaleños que seguro la conocerán muy positivamente.
Steffany estuvo en los Carnavales de la capital y encantó. Hay que dejarla que vuele, que ya ella conoce el turbión que forma el aire en el ala.