Rubén Blades es, hoy por hoy, sin dudas, el más importante activo mundial de la salsa. Con 75 años a bordo, le acompaña el logro de intelectualizar la salsa sin quitarle el esencialísimo sabor a pueblo.

Sin Blades, la salsa, ni la Fania, ni Willie Colón hubiesen sido la misma cosa.

Hubo derroche de baile con guapería en el concierto Salswing! que brindó el panameño. Y salsa por un tubo, con ese timbre inconfundible, metálico, en las agudas. Y seguro en las notas graves. Un instrumento intacto.

Pero la sonorización del Pabellón de Valleyboll es algo para Inteligencia Artificial. El sonido se desparrama como una medusa por el pabellón. Tener una Big band en escena es un reto.

Rubén Blades sigue siendo un tipo tan serio como puntual a los 75 años.

Este viernes el Pabellón de Valleyboll estaba repleto de público.  

Blades inició con Plástico y la ovación del público, de pie y bailando. Puso La palomilla y Tú y tu guarapo.

El último exponente activo de la época clásica de la Dania: Rubén Blades (Alfonso Quiñones)

Decisiones también levantó al público. País Portátil, Las calles, Te están buscando, Ojos de perro azul. Una crónica de todos los barrios y todos los amores y todas las injusticias de Latinoamérica. Cada canción una enseñanza y un deseo de cambio del estado de cosas.

En esa casa, muestra desnuda la violencia doméstica y los femenicidios. Las gráficas muestran escenas de los 70. Pero el fenómeno no ha podido ser erradicado.

Cuentas del alma, Amor y control. Y ya casi nunca el público estuvo sentado.

En Todos vuelven incluyó fotos de artistas ya idos. Adalberto Alvarez, Tito Puentes, Larry Harlow, Celia Cruz, entre otros.

Rubén Blades cambio la historia de la música latinoamericana (Alfonso Quiñones)

Mientras, un solo de tumbadora y Blades que reparte botellitas de agua a algunos de los seguridad del proscenio. 

Luego un solo de timbal excelente y un homenaje a dominicanos.

Cheche Abréu, Anthony Ríos, Luisito Martí, Joseito Mateo, Johnny Ventura… con cuya imagen el público se puso de pie en ovación. Y luego unas palabras sobre El Caballo.

La Big Band hizo Mambo gil. Ahí el hombre descansó. 

De Ray Barreto Canto Abakuá, “que de abakuá no tenía nada, por eso ahora se llama Canto niche”, asegura.

En el público Maridalia, Chocolate, Janina, Henry Jimenez, Alfreco Pacheco, presidente de la Cámara de Diputados, Luisín Mejía, Christian Jiménez, Raymundo Ortiz, la diputada ex bailarina Betty Gerónimo echando un pie con su padre, Henry Jimenez, Dotol Nastra. 

Rubén Blades tiene varios doctorados honirs causa (Alfonso Quiñones)

Siguieron Paula C, Ya no me duele y Watch what happens -donde habló de Tony Bennet-; y llegó uno de los momentos más altos de la noche con El Cantante, homenaje a Hector Lavoe.

Fue entonces que entró en la coda final del concierto con Ligia Elena (y eso fue baile y baile y baile), para entregar Maestra vida, ese tema que se convirtió en la primera ópera salsa original de la historia, la que dedicó a John Fausty, ingeniero de sonido de Siembra, fallecido ese mismo día. 

Y Pedro Navaja, que como se sabe es el clásico de los clásicos del género.

El adiós fue con Patria.

Los salseros dominicanos brillaron… por su ausencia.

Blades estuvo erguido todo el tiempo, sobrio, bajo un sombrero de paño negro, enfundado en un traje crema claro que al final estaba sudado.

Blades debería venir una vez al año, a recordarnos qué cosa es la salsa, y qué cosa es ser Maestro Blades, camará

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