Existen algunas actitudes que las madres pueden adoptar para dejar que los hijos crezcan independientes y desarrollen su propia personalidad
Toda madre desea proteger a su hijo desde el mismo instante en que lo concibe. Si no lo hacemos pecamos de negligentes. Ahora bien, cuando sobreprotegemos a nuestros hijos, les estamos haciendo un daño cuyas consecuencias se verán en la adolescencia y adultez.
Entre la generación de madres de hoy, hay un porcentaje considerable formando niños consentidos, a quienes no les limitan nada y les facilitan la vida en todos sus escenarios. Hasta les hacen los deberes escolares.
Esos niños, en la adultez, serán incapaces de afrontar los problemas, serán inconstantes, negligentes, autoritarios, pocos tolerantes a la frustración, miedosos y de baja autoestima. La sobreprotección que reciben de sus madres los hace incapaces de lidiar con el estrés que se vive en lo personal, profesional y laboral. “Las madres sobreprotectoras suelen ser inseguras, casi siempre fueron criadas bajo igual patrón. No hay un perfil de madre sobreprotectora, sino circunstancias, como cuando el niño ha sido muy buscado, muy deseado o enfermizo. La sobreprotección viene dada a veces por una compensación, llenar un vacío interno y es la manera de expresar su abnegación de madres. Suelen tener una personalidad obsesiva y posesiva, ven a los niños como sus extensiones”, así lo explica la doctora Katiuska De Camps Vargas, médico psiquiatra, especializada en Neuropsicología Clínica.
Todos estamos en la capacidad de reconocer a una madre que está siendo sobreprotectora con sus hijos, podemos verlos en las escuelas, también cuando estamos en el supermercado, cuando caminamos en un centro comercial; y lo jocoso no es tanto lo que vemos, sino la incapacidad de estas madres de no percatarse de lo que están haciendo.
Podría decirse que muchos de nosotros tenemos una vecina, una hermana, una nuera o amiga que es sobreprotectora con sus hijos.
Una madre sobreprotectora a la hora de criar y educar a sus hijos, les compra de todo, además de sobreprotegerlos de cuantas cosas podemos pensar; y cuando el niño tiene que hacer algo le indica todo lo que tiene que hacer, o simplemente ella realiza el trabajo que le corresponde a su hijo.
“Si le preguntásemos el porqué de su actitud, no me sorprendería si respondiera con la frase ‘no quiero que mi hijo(a), pase por la mismas dificultades que yo pasé (parecería que el niño es una extensión de su cuerpo), o ‘quiero que logre alcanzar todo su potencial, para que luego no me saque en cara que no me esforcé’ (parecería que le aterra que el niño no la quiera)”, dice Katiuska, a la vez de asegurar que lo triste del caso es que estas madres no se percatan del daño emocional que les están creando a sus hijos. Califica a esos padres como obsesionados por la salud y el bienestar de sus hijos (notas, éxitos, fracasos, etcétera).
Desde el 1968 se está utilizando el término “Hiperpaternidad”, que es lo mismo que decir sobreprotección, una forma de criar/educar que tienen algunas madres/padres.
“La sobreprotección materna se ha observado en todas las épocas, pero es más notorio en nuestra época, ya que se está viendo en más cantidad, en los hijos de la generación X, los llamados generación Y o Millennials, y probablemente se agudizará en sus hijos que ahora son la Generación Z o Centennials, ya que se está viviendo en una sociedad de consumo y que tiende a preferir el yo (placer personal) sobre el otro”, explica al ser abordada sobre el tema.
Preocupa el hecho de que la sobreprotección crea niños sumamente dependientes de sus padres y los hace incapaces de afrontar los problemas más comunes, “carecen de empatía hacia el prójimo, tienen escasa tolerancia a la frustración y son poco resolutivos, provocando que estos niños aprendan a tener poco valor moral y ético, ya que sus logros no tienen nada que ver con su esfuerzo. Además, no poseen autoconfianza y por eso son inseguros e inmaduros, provocándoles padecer de ansiedad y depresión. Suelen ser niños de pocos amigos”.
La experta agrega que a estos niños se les está quitando el tiempo de juego, se les está estresando solo por ser hijo de “la madre/padre fulano de tal”, les exigen ser bueno en todo, deportes, estudios…
La sobreprotección materna se conoce también con otros nombres:
- Madres helicóptero: “Viven más las vidas de sus hijos que las suyas propias. Y sobre todo tienen una alta expectativa de la vida que llevará su hijo”.
- Madres tigres: “Creen en su hijo por sobre todos los demás, incluso que ellos mismos”.
- Madres smartick: “Velan por la felicidad y el potencial de sus hijos”.
- Madres aspiradoras o quitanieves: “Se comen los restos de las cenas de los niños, como también les van allanando el camino a sus hijos para que estos no sufran.”
- Madres secretarias: “Les recuerdan todo lo que tienen que hacer, les arreglan la mochila, organizan las actividades deportivas, con frecuencia les hacen las tareas, organizan los grupos de WhatsApp del centro educativo o el deportivo”.
- Madres/padres guardaespaldas: “Protegen y se pelean con los compañeros de sus hijos, e incluso con los padres de los otros niños, no les permiten a sus hijos resolver sus propios problemas, discuten con los profesores por cualquier contratiempo”.
- Madres/padres mayordomo: “Son las “pobres madres” abnegadas por sus hijos, aunque estos les pisoteen” (un buen coctel para crear un narcisista y/o antisocial). Cada generación tendrá un sobrenombre que ponerles a las madres sobreprotectoras”.Cómo no ser una madre sobreprotectora
- Permítales aprender de sus errores (no somos perfectos) tampoco los padres son perfectos.
- Enséñeles a hacerse responsables de sus deberes. Puede ayudarles cuando son pequeños e ir dejándoles hacerse cargo de sus cosas a medida que crecen y, sobre todo, no les haga las tareas, ellos pueden hacerlas, aunque a usted no le guste.
- Conforme vayan creciendo, permítales tener cierto grado de autonomía para que ellos puedan pensar por sí mismo, y así sentirse orgullosos de sus logros.
- Los niños tienen que tener límites claros; saber qué pueden hacer y qué no, y las consecuencias de cada acción.
- Se les debe enseñar a tener empatía con los otros niños, y cuando tengan un problema con los hermanos y con los amigos permitirles a ellos que intenten solucionarlo, antes de los padres querer hacerlo.
- Permítales jugar, son niños, no tienen que participar en todos los deportes ni en todas las clases.