La Ley de Mecenazgo fue promulgada el 17 de julio del 2019. Su reglamento fue emitido a través del Decreto No. 558-2
Dos leyes culturales dominicanas causan envidia en el resto de Iberoamérica: La Ley de Cine y la Ley de Mecenazgo. Una están loquitos por eliminarla aquellos que no reciben beneficios de ella, y la otra ni siquiera ha entrado en funciones.
La Ley de Mecenazgo es una de las piezas legislativas más de avanzada que se ha dado el lujo de tener la nación dominicana.
Presentada originalmente por el hoy alcalde de Santo Domingo Este, el compositor Manuel Jiménez en sus tiempos de legislador, tuvo un largo y tortuoso camino, de idas y venidas de la Cámara de Diputados al Senado y viceversa, hasta que perimió. No una ni dos, sino tres veces.
El diputado Franklin Romero fue quien -a sugerencia del director de la Oficina de Cultura de la Cámara de diputados Abil Peralta- se echó al hombro el fardo del proyecto de ley que muchos legisladores seguían sin entender, o no querían. Tuvo que adecuarla, buscar apoyos, bajar los por cientos, dejarlos en un paupérrimo 2.5%, para que pudieran darle esa migajita al sector cultural.
Por fin, en el 2019 la ley fue aprobada por ambas cámaras y Danilo Medina, siendo presidente la promulgó el 17 de julio de ese año.
Probablemente el expresidente Medina perdiera mucho apoyo en el sector cultural por las deficiencias en el liderazgo ministerial de Cultura y por no haber firmado el decreto del reglamento que tuvo en su buró hasta que salió de Palacio.
El actual presidente, Luis Abinader, pareció comprender pronto la importancia de la pieza. Y comenzó a tantear grupos. La primera oposición pareció llegar del propio Ministerio de Cultura, porque según la interpretación de las autoridades, no incluía al teatro y otras manifestaciones. Cuando en realidad la ley las incluye todas: artes escénicas, música, literatura, artes visuales, televisión, radio y otras. El cine tiene su propia ley y marcha bien.
Aún así, el presidente firmó el Decreto del reglamento el 10 de septiembre del 2021. El mismo establece las normas, procedimientos, protocolos y resoluciones que deben permitir la justa y adecuada ejecución de lo dispuesto en la ley del Régimen de Incentivo y Fomento del Mecenazgo Cultural en la República Dominicana.
¿Qué viene después?
La ley debe ser un elemento de empuje y desarrollo en el sector cultural, que se encuentra en un estado de parálisis patético. No hay modo que el enorme potencial de desarrollo cultural que tiene República Dominicana pueda despegar sin que se dinamicen las energías creativas a través de las industrias culturales (por favor, sobre todo las relacionadas con el arte) y la Ley de Mecenazgo a todo tren.
Las contradicciones entre influyentes sectores podrían haber sido los principales culpables de la tardanza en crear el Consejo Nacional de Mecenazgo y la Dirección de Mecenazgo, que son los elementos imprescindibles para que entre en funcionamiento. Así mismo, debe tener un lugar y un presupuesto inicial para arrancar. ¿Cuándo lloverá café en Cultura?
¿Se creará la Dirección de Mecenazgo pronto?
El presidente Luis Abinader habló hace tres días en El Zol de la Mañana sobre el tema, ante una pregunta de Euri Cabral. Explicó que lo que ha retardado echar a andar la ley es que creó una comisión que debía hacer recomendaciones sobre las propuestas para el Consejo Nacional de Mecenazgo y de la terna para escoger al director nacional de Mecenazgo. Pero que a falta de respuestas, él mismo lo escogería.
Es la primera vez que el presidente se refiere directamente a algo tan importante como esto. Cosa que no hizo durante su pasada rendición de cuentas.
Es importante que se conozca que la Dirección General de Mecenazgo será, en cuanto sea creada, la conexión natural y directa del sector cultural con el sector económico y financiero del país. Comprender esto es esencial. Es imprescindible que se comprenda que el mecenazgo viene a ser un alivio a las necesidades del sector cultural que, lamentablemente, debido a los recortes de presupuesto de cada año, ha ido convirtiéndose en un almacén de almas desalentadas y en inercia.