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A los jóvenes que estudian cine en universidades, ¿qué les decimos sobre la industria que debería acogerlos?
De producir una película cada dos o tres años, a ser una referencia mundial de impulso de una industria, en un país en vías de desarrollo, va un trecho muy grande. De ser un país anónimo en la producción cinematográfica solo dos décadas atrás, a ser uno de los países (en desarrollo) cuyas películas forman parte de selecciones oficiales hoy y son premiadas en festivales internacionales, va un salto galáctico. Eso y más ha sido posible gracias a la Ley del Fomento de la Industria Cinematográfica promulgada hace 14 años y echada a andar hace una década.
Hoy día, a la ley de cine hay que reconocerla como la simiente de un desarrollo afianzado, progresivo y armónico de la cinematografía nacional. El marco legal, que ha creado una importante fuente de empleos, ha promovido una profesionalidad de indiscutible calidad, atracción de cuantiosas inversiones extranjeras y un exponente más que seductor, eficiente, de la marca país de la República Dominicana.
Basta tomar aleatoriamente algunos datos reveladores: desde su promulgación, en un aumento progresivo de las producciones, hoy en día pueden cifrarse en torno a 437 filmaciones dominicanas y 373 extranjeras realizadas en el país; desde 2022, la industria generó alrededor de 25,000 empleos directos e indirectos (de ellos un 55 % para mujeres, el 79 % es para profesionales con formación técnica); el 88 % de los proveedores contratados son micros y pequeñas empresas (Mipymes); la industria cinematográfica dominicana (por cierto, enteramente formal) genera un valor agregado de aproximadamente 0.35 % del producto interno bruto (PIB).
Las actividades vinculadas de forma directa a la filmación de películas realizaron pagos de impuestos sobre la renta (ISR) y de impuesto de transferencias de bienes industrializados y servicios (ITBIS) por un importe total acumulado en el año 2023 de RD$1,527,008,372.00, según lo indica la Dirección General de Cine (DGCine).
Las colaboraciones con estudios de producción extranjeros del mayor prestigio han supuesto la entrada de un triple flujo de capital, medios y experiencia profesional, los cuales han contribuido a elevar el perfil del cine dominicano en el escenario global. A ello se suma el “efecto dispersión” que la industria del cine ejerce sobre otros sectores dominicanos estratégicos, como es el caso del turismo. Se resalta el gran incremento de ocupación de plazas hoteleras que se reservan para todo el crew (directores, actores, asistentes, sonidistas, fotógrafos, iluminación, camarógrafos, ayudantes de producción, maquilladores, entre otros), lo que se corrobora con el pleno de habitaciones en múltiples locaciones, como por ejemplo en Hemingway, Guayacanes, Casa de Campo, Las Terrenas, entre otros. Esto sin contar la dinamización económica de las localidades adonde llega un crew a rodar un filme, sea nacional o internacional.
Por otra parte, la repercusión en el número de venta de boletas en los cines dominicanos ha significado que, durante 2023, se expendieran más de 4 millones por ventanilla, de las cuales, un 20% fue adquirido para ver en la sala una producción nacional, un detalle que debe llamarnos la atención por su importancia de cara al consumo de nuestro cine, además de ser motivo de satisfacción y orgullo por la capacidad de convocatoria de la que puede presumir el cine dominicano.
1,527,008,372
Pesos dominicanos pagó de Impuestos sobre la renta e ITBIS la industria del cine en el 2023.
+4,000,000
Boletas se vendieron por ventanillas de cine, de ellas el 20% fue para ver producciones nacionales.
Pero vamos con un aspecto clave que tiene que ver directamente con el futuro de una industria cinematográfica renovada, frontalmente con las perspectivas laborales de muchos de nuestros jóvenes, y, singularmente, con la responsabilidad que la República Dominicana y sus autoridades han adquirido con ellos, y de la que no debe ni puede eximirse: la Ley del Cine ha impulsado que seis universidades dominicanas (UASD, UNIBE, APEC, PUCMM, INTEC y Chavón) cuenten entre sus ofertas de estudio con la carrera de Cinematografía y/o Comunicación Audiovisual, dado el horizonte presentado y la apuesta realizada en su día por el Ejecutivo nacional. Ya son más de 800 los egresados y muchos más los estudiantes incipientes. ¿Qué le decimos a esta juventud? ¿Sería ético o lógico que retrocediéramos en cuanto a mantener los soportes creados para la industria que ha de acogerles?
Los créditos fiscales y exenciones asociadas a la Ley del Cine se estiman para el 2024 en un 0.08% del PIB (en torno a RD$5,957 millones), en el promedio de Chile, México, Brasil, Colombia, Perú, Uruguay, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Honduras y El Salvador. Casos como el de Costa Rica son una prueba palpable de cómo afianzar un andamiaje para su industria cinematográfica, mediante una Ley de Atracción de Inversiones Fílmicas y el desarrollo de Film Friendly Zones, impulsadas por la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer).
De hecho, los programas de incentivos a la industria audiovisual son cada vez más reconocidos por los gobiernos como una herramienta eficiente y estratégica para atraer inversiones de alto valor, fortalecer los sectores de producción y desarrollar el empleo e infraestructura, según un estudio realizado por la firma consultora Olsberg-SPI, especializada en asesoría en el sector audiovisual, que elabora el Índice Global de Incentivos. Entre destacadas voces acreditadas, el expresidente de Colombia, Iván Duque, sostiene: “Todos los grandes competidores de la industria del cine tienen incentivos, y la externalidad de los mismos supone la generación de inversión y empleo, además de ingresos sostenibles y escalables al país, lo que debe tenerse en cuenta en una reforma fiscal. Este sector trae consigo subsectores que multiplican el capital humano y una repercusión en negocios de otros sectores adyacentes”.
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El gran Martin Scorsese ha dicho en respuesta una pregunta sobre qué es el cine: “El cine es el asunto (crucial) de qué es lo que está dentro del encuadre y qué está fuera”. ¿Dónde decidirá estar República Dominicana en la industria del cine internacional, dentro o fuera del encuadre? A veces pienso que es una cuestión de ambición, pero quiero estar equivocado, que podamos decirnos: el éxito del cine dominicano, además del talento, se basa en la ambición de quienes nos gobiernan.