El área que comprende la denominada “Plaza de la Cultura” en Santo Domingo era la hacienda de doña Julia Molina Chevalier, la madre del dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Con la muerte del tirano, tiempo después, el doctor Joaquín Balaguer decidió destinar este espacio para la construcción de un complejo arquitectónico de carácter cultural, donde convergen varios museos, entre ellos: de Arte Moderno, del Hombre Dominicano, de Geografía e Historia (cuyo edificio albergaba originalmente el Liceo Unión Panamericana) y de Historia Natural, además del Teatro Nacional, la Biblioteca Nacional y la Cinemateca Dominicana.
En la actualidad, la Plaza de la Cultura se ha convertido en sede de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Aunque las edificaciones que integran este importante centro deberían ser un complemento para el magno evento literario, desde hace buen tiempo la mayoría de ellas se encuentran sumidas en el descuido y el abandono.
Es el caso del Museo de Geografía e Historia,el cual lleva años sin funcionar, conservando una nómina mínima de personal bajo la dirección del historiador Miguel De Camps, quien vela por los objetos que se han podido conservar entre los hongos y bacterias que afectan a este local. En lo que respecta al Museo del Hombre Dominicano, tanto su estructura como mobiliario se encuentran en un estado devastador, al igual que el Museo de Historia Natural, a pesar de que este último ha merecido cierta atención en los últimos años.
El de Arte Moderno era uno de los pocos museos que estaban funcionado hasta el momento. Erigido en principio como Galería de Arte Moderno, en él se conserva la colección de obras de los Premios de las Bienales Nacionales desde 1942. Con sus altas y bajas, la directiva del MAM se las había arreglado para recibir visitas, hasta que hace unos meses, por instrucciones del Poder Ejecutivo, en plena organización de la XXIX Bienal Nacional de Artes Visuales se dispuso el remozamiento de toda el área que comprende la Plaza de la Cultura. La aprobación de fondos para la readecuación de los edificios culturales que integran este importante espacio en el centro capitalino, sin duda, es una gran noticia. Lo que ha preocupado a una buena parte de la comunidad cultural ha sido la forma en que se han iniciado los trabajos, de manera particular, en el Museo de Arte Moderno.
Según observan algunos gestores culturales, el proceso de remodelación se ha venido haciendo con el grueso de obras que comprende la colección del MAM en el depósito, conjuntamente con otras piezas que han sido recibidas para participar en la próxima edición de la Bienal Nacional de Artes Visuales.
Ante esta situación se presentan dos escenarios: el primero, integrado por los representantes del Ministerio de Cultura, en particular, los directivos del Museo y, en segundo plano, especialistas y diletantes de la cultura. Unos plantean que todo está bajo control y que las obras se han llevado a cabo conforme a lo que establecen las normas relacionadas a la disposición y conservación del patrimonio; mientras que, por otro lado, se ha desatado un debate por las fotos que circulan en las redes sociales mostrando el mal estado de conservación de algunas piezas que se encuentran en el depósito del MAM, en plenos trabajos de remodelación.
Depósitos no cumplen normas de conservación
Para el especialista en conservación Ruahidy Lombert: “las condiciones no están dadas para que el Museo de Arte Moderno mantenga en sus depósitos obras de arte durante la remodelación de la Plaza de la Cultura (…) Esos depósitos no cumplen con las normas, criterios y necesidades que garanticen la conservación y preservación de las obras. La remodelación y habilitación de los edificios debe ser integral. Al igual que otros edificios de la Plaza de la Cultura, los depósitos son espacios que ameritan ser totalmente renovados. De hecho, es oportuno resaltar que durante la remodelación toda intervención que se realice en el entorno circundante afectará el espacio interior modificando sus condiciones ambientales, aumentando los niveles de contaminación, tanto de las que se genera en el interior como las que llegarán del exterior. Estas fluctuaciones de las condiciones ambientales, así como los altos niveles de contaminación, podrían incidir en la proliferación de esporas, plagas o microorganismos que alteran la calidad ambiental y desencadenan numerosos procesos químicos de deterioro, como la incidencia de partículas sólidas de polvo que contribuyen a manchar los objetos de grasas o restos ácidos, que, de igual modo, favorecen que se produzcan cambios dimensionales en objetos orgánicos e inorgánicos. Estos y otros agentes ponen en riesgo los bienes culturales”. Por lo tanto, es preferible ubicar un local con las condiciones adecuadas para resguardar la colección, no solo del MAM, sino de todo el complejo museístico de la Plaza de la Cultura.