Una ceremonia concebida como si fuera una película y cien por cien segura contra el coronavirus. Esa es la doble receta que propondrán los Óscar de la pandemia, que se celebrarán el domingo.
“No hay ningún universo posible en el que vayamos a poner a alguien en riesgo”, prometió en una rueda de prensa virtual Steven Soderbergh, ganador de la estatuilla a la mejor dirección por Traffic (2000) y productor de estos singulares Óscar junto a Stacey Sher y Jesse Collins.
Los Óscar de la pandemia, que se retrasaron dos meses para tratar de esquivar el coronavirus, llegan tras una temporada de premios con aciertos puntuales, como los íntimos y emotivos Grammy, y bastantes ideas desafortunadas, como el empacho de Zoom de los Globos de Oro.
La gran fiesta del cine se ha conjurado para celebrar una ceremonia lo más presencial posible y para ello cambiará su centro de operaciones del Dolby Theatre a Union Station, la estación de trenes de Los Ángeles (EE.UU.).
Soderbergh, Sher y Collins comparecieron desde las afueras de Union Station, donde se veía un espacio amplio y al aire libre todavía en construcción, con algunos arreglos florales y con una decoración de estatuillas al fondo.
Sin sorpresas, las primeras cuestiones giraron en torno a cómo se ajustarán estos Óscar a las medidas para evitar los contagios.
“Lo primero que nos preguntamos es si podríamos hacer esto de manera segura para los asistentes y que sea algo que no nos recuerde todo el dolor y el distanciamiento que tantos millones de personas han vivido en los últimos 14 meses”, apuntó Soderbergh.
Los productores admitieron que garantizar un entorno seguro es algo ‘increíblemente complejo’, pero señalaron que su enfoque se basa en ‘la ciencia y el sentido común’ e insistieron en que la industria del cine fue de las primeras en idear protocolos para volver al trabajo cuando estalló la crisis del coronavirus.