Dictará hoy la conferencia magistral “Economía Naranja: una realidad infinita” en el Foro Caribe Naranja

Cultura naranja es un término creado por Felipe Buitrago e Iván Duque, el expresidente colombiano para un fenómeno que existe desde hace muchas décadas.

Buitrago será el conferencista estrella del Foro Caribe Naranja que tendrá lugar hoy en el Hotel Intercontinental. elCaribe conversó con el coautor de “La economía naranja: Una oportunidad infinita”.

¿Cuál es el mayor handicap que tiene en su contra el tema de la economía naranja?
Creería yo que el principal reto que tiene es un enemigo interno. El sector cultural está compuesto por agentes creativos, que tienden a tener una visión a veces muy sesgada del quehacer cultural. Y esto hace que se les pierda un detalle muy importante del quehacer cultural, y es el equilibrio económico. A mí me gusta explicar que la cultura y la economía funcionan como las dos caras de una moneda. Casi siempre que tenemos una moneda en la mano vemos una sola cara a la vez. Internamente los agentes culturales están tan obsesionados con la imagen que representan las caras de esa moneda, que se les pasa por alto la importancia de ese equilibrio con la parte económica.

¿Cómo se comportó la economía naranja en la pandemia?
El comportamiento general de la economía naranja fue muy dificil en la pandemia. La importancia de ver la parte conómica de la cultura me la hizo ver la pandemia. La cultura se vive en un intercambio constante, y lo que más afectó la pandemia fue la posibilidad de intercambiar… En Colombia, como teníamos la información de la Cuenta Satélite, sabíamos del movimiento minucioso del consumo cultural, nos permitió tomar medidas relativamente tempranas y articularnos con la banca pública para poner recursos en el sector. Y también para tomar medidas de choque. Sin duas las crisis de alguna manera sirven como una purga del sistema. Muchas empresas o expresiones que no eran muy rentables, no tenían una maduración fuerte, se vieron muy afectadas y tuvieron que cerrar. Eso fue malo para las personas que dependían de esa actividad, pero de pronto para el sistema sirvió para que mejorara la calidad de lo que hay disponible. Y sin dudas, muchos artistas lo han confesado; el encerramiento los llevó a críticas propias, a críticas de la sociedad y a un proceso creativo nuevo. Los sacó de la zona de confort en que se encontraban. Como todos los cambios, tuvo que ser muy doloroso. Y la dimensión humana fue muy importante para nosotros, ver cómo mitigábamos esos efectos. Pero hay cosas que se salen de las manos… Lo importante es que se han dado procesos de reactivación y de recuperación. No solo en Colombia, sino en el mundo. Hay un dinamismo nuevo de contenidos. Hay pérdidas temporales, otras permanentes. Pero también hay ganancias. Si me voy a los contenidos culturales hay que reconocer que la pandemia agregó un elemento constructivo.

¿Por qué piensa Ud que con tantas señales los tecnócratas siguen sin tener en cuenta la economía de la cultura?
Cuando uno trata de venderle la idea al Ministerio de Hacienda o al resto del gabinete, sobre la importancia de la economía y la cultura en el proceso y el desarrollo económico, uno hace argumentos con mucha información y evidencia… Y hacemos el argumento y salen los artistas a negar el argumento. Entonces se le dificulta mucho al hacedor de política pública mostrar un sector preparado para recibir esas inversiones. Porque si estoy tratando de justificar invertir en una red de teatros por ejemplo, y salas de conciertos. Si el argumento es “hay que invertir -por decir algo- 100 millones de dólares en equis cantidad de espacios para que los artistas se presenten, porque generan empleos, pagos de impuestos, de prestaciones sociales y un montón de cosas positivas, porque es lo que hace sostenible la cultura. Ahí salen los artistas “¡Nosotros no somos sostenibles! ¡Estamos en contra de la mercantilización! ¡Abajo, abajo, abajo”. Entonces en ese momento me dicen: “Cuando estén preparados para la inversión nos avisan”. Hacer planes de inversión es dificil y sustentarlos requiere de un sector unificado, aunque no monolítico. Que entienda que tiene una responsabilidad en el desarrrollo. Y a veces falta eso.

Desde su experiencia, ¿qué producto artístico es el de mayor potencial comercial de RD?
Claramente la música dominicana es un referente. Yo crecí bailando con Juan Luis Guerra y cualquier cantidad de merengueros dominicanos Y he visto cómo se ha mantenido vigente y contemporánea la música dominicana en la región… Por otro lado la cultura es contar historias y las inversiones y beneficios en la industria audiovisual están apoyando la inversión extranjera para invertir en esas películas extranjeras. Eso acerca a los productores extranjeros a las historias dominicanas. Esto no sustituye al cine de autor, pero complementa que el mundo entero vea a República Dominicana a través de quienes tienen los mejores recursos económicos y los mejores canales de distribución para audiovisuales.

¿Cómo avizora los aportes de la cultura dominicana a la economía?
Hoy enfrentamos condiciones específicas: en cuanto a la digitalización. Han venido cambiando las dinámicas de cómo se monetizan. Estamos en la pospandemia; se suma la invasión de Rusia a Ucrania, etc. Eso lo va a sentir el sector. Por otra parte los contenidos florecen en las crísis. Lo que vamos a ver es una creciente diversidad y riqueza de contenidos, con más oportunidades y crecimiento desde los nuevos mecanismos digitales.

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