Juanita es la última película dominicana a ser estrenada en el 2018, con un presupuesto aprobado en la Ley de Cine de 66 millones y medio de pesos.
Es la historia de una dominicana de clase media baja que emigra a España, donde en cinco años logra ahorrar un dinerito con qué comprar casa para sus hijos. El conflicto lo constatamos en las secuelas que dejan en una familia tales circunstancias como desarraigo de amor filial: consigue una casa en lugar de un hogar. Juanita es sobreviviente de la trata blanca, de mafias de la prostitución. Por un azar de la vida logra escapar luego de un accidente automovilístico que malogra a sus captores y ella salva la vida.
La migración de mujeres dominicanas nutre lo que está contenido en un relatorio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): “Aproximadamente 195 millones de personas viven fuera de sus países de origen, el equivalente al 3% de la población mundial, siendo que cerca del 60% de esos inmigrantes residen en países ricos e industrializados. Sin embargo, como consecuencia del estancamiento económico oriundo de algunos países desarrollados, se estima que el 60% de las migraciones ocurren entre países en desarrollo”.
Si en sus países las mujeres son vilipendiadas, al emigrar es cuando se recrudecen sus vidas y muchas no tienen la suerte de esta Juanita, interpretada por la actriz Cheddy García; sin nada que contribuya a regularizar su situación como persigue el Pacto de la ONU sobre el tema y que RD no firmó.
La guionista y directora Leticia Tonos muestra una vez más cuáles son sus inquietudes al producir cine, y lo hace siempre sobre la base de seres humanos en condiciones de penuria y supresión social y económica. No obstante, se mantiene en la zona de confort del cine populista. No elabora un discurso en que la salida sea el cambio substancial de las condiciones de pobreza de las clases dependientes.
Si bien lo que expone en sus filmes es sacado de la vida real para estrujarnos realidades permanentes, su interpretación de la realidad se aleja de cualquier consideración epistemológica. Su cine marcadamente social se diluye al ficcionalizar comportamientos y conductas salidas de sus conjeturas.
Iguales resultados tenemos en su calidad como cineasta que no parece haber alcanzado su madurez ideológica, o anda desperdiciada entre historias, tramas, resoluciones escénicas, etcétera que boicotean sus intenciones como artista.
De ahí que el resultado como cine de esta película nos deja desinteresados, pues no hay un solo momento de impacto emocional, y/o no hay un valor de la historia que al final nos deje satisfecho con toda la narrativa.
Al inicio, el largometraje promete una buena historia, luego entra en una espiral que boicotea a la sugestiva actuación, y esto es obvio por su marcado acento en remachar todo lo que ya estaba insinuado.
Los personajes vagan inutilizados en sus tribulaciones. ¿Por qué ese resultado contradictorio a las obvias intenciones del abordaje? Puede que lo encontremos en el estereotipo al mantener un perfil políticamente correcto. Juanita es reducida a mera pareja de un español en la senectud de su vida y sus perspectivas evaporadas en una España de franco deterioro productivo debido al gran capital rentista.
Ese estereotipo de Juanita, de vincularla a la prostitución y de someterla a condicionamientos culturales extraviados, si bien está a la vista, no responde a la vanguardia del cine actual que trata el fenómeno de las migraciones y la representación de la mujer dominicana inmigrante en particular.
Ficha ténica
Compañía de producciones:
Producciones Línea Espiral SRL y Albero
Producciones Cinematográficas SI
Directora: Leticia Tonos Paniagua
Productores: Leticia Tonos Paniagua, Albero Esteban y Juan Carlos Gómez
Elenco: Cheddy García (Juanita), Tito Valverde (Mariano), Carasaf Sánchez (Jairo), Milly Quezada (Doña Socorro) y Ruth Emeterio (Sayonara).
Guionistas: Leticia Tonos y Koldo Campos Sagaseta.
Director de fotografía: Luis Enrique Carrión.
Género: Drama, Comedia (Dramedy)
Idioma: Castellano
Duración: 90 minutos