Juan Luis Guerra ha entregado el mejor concierto de la década, entre todos los realizados. Y el mejor de los suyos de este siglo XXI, o más.
Estuvo inmenso en un abarrotado estadio Olimpico, donde todos tenían pulseras que cambiaban de colores en sincronía con la música.
La producción local fue de Saymon Díaz.
El real arranque impactó en el gran muro de algarabía. Una sola nota combinada con efectos de fuegos de artificio y luces, bastó para un inicio de concierto sellado en la memoria “Yo fui tocando mil veces, Ay, Rosalía… (Rosalía, de Bachata rosa, 1990).
Ya puestos a lo que fuimos La travesía, de La llave de mi corazón (2007) y la propia canción que dio nombre al disco fueron motivos para ir del merengue al mambo bailando a la noche.
El Flugelhorn y un trombón pusieron breves solos en Que vale la pena (Ni es lo mismo ni es igual, 1998).
Comienza como balada pop lenta Como yo te quiero y luego se deliza hacia el merengue, en un bonito arreglo para ese tema, también del disco La llave de mi corazón (2007).
Entonces pone Dj Bachata de Radio Guira (2023) con el video clip que salió la pasada semana, de fondo en las pantallas.
Sorpresa del colombiano Fonseca en SI tú me quieres, escrito por el intérprete colombiano de la mano con los reconocidos compositores Yoel Henríquez y Yadam González. Grabada a dúo con Juan Luis.
Cuando los políticos pierden el sentido
Entonces ocurrió algo que al principio pareció interesante dentro de la puesta en escena, pero que desviaba la atención del público hacia el lado Este del Olímpico.
Una intromisión de la política que pareció grosera y oportunista. Algo que lejos de darle votos, debe haberle quitado unos cuantos.
Dio Astacio, candidato a alcalde de Santo Domingo Este, expuso publicidad por espacio de unos cinco minutos, dentro del espectáculo a través de drones, llamando a votar por él.
Según dijo Saymon a quien redacta, había mandado a la seguridad del evento a que recogieran esos aparatos y los incautaran.
Siguió la música
Tras despedir y agradecer a Fonseca, Juan Luis regaló un medley de salsas.
Razones (de Ojalá que llueva café, (1989) / Ayer (Areito, 1992) / Carta de Amor (Bachata rosa, 1990)
Y entonces llegó uno de los momentos más altos del concierto: para interpretar con él Amor del conuco (Mientras más lo pienso… tú, de 1987), llamó a cuatro jóvenes.
Pavel Núñez, Techy Fatule, Alex Ferreira y Melymel junto al maestro defendieron el tema con interpretaciones en las que nadie quedó por debajo.
Alex Ferreira probablemente no sea tan conocido en el país para las grandes masas. Sin embargo baste decir que ha ganado mucho éxito en México donde está radicado y antes en España, donde también vivió.
Melymel demostró ahí y antes de que Juan Luis comenzara su concierto, porque es una gran artista, muy por encima de todo lo que hay en la música urbana.
Sus dotes de improvisadora y su talento de compositora no quedan por debajo de la calidad de su voz. La mamá del rap brilló por todo lo alto.
Techy Fatule fue ovacionada cuando le tocó su parte. Y Pavel, que abrió con su voz, recibió la calidez de quien ya está situado en el corazón del pueblo.
Mientras tanto, una supuesta influencer se pasó todo el santo concierto pendiente a su belleza y su autovisualización. Claro que para ella lo importante era su look y no lo que podía lookear frente a sus narices. Un momento histórico en la música dominicana que se perdió.
Juan Luis continuó con Para ti (confetis al aire y pulseras multicolores), un tema cristiano convertido en un tema popular. Guerra es el artista que mejor ha comprendido que cantarle al amor y el desamor y cantarle a Dios, ocurren por un mismo canal. Y fluyen ‘como agua de luz sencilla’ que diría El Indio Naborí.
Una pausa pequeñita y enseguida un medley de bachatas. A piano, Estrellitas y duendes (Bachata rosa, 1990) / Muchachita linda (Todo tiene su hora, 2014) / La hormiguita (1990) / Bachata en Fukuoka (A son de Guerra, 2010) / Que me des tu cariño (La llave de mi corazón, 2007) / Mi bendicion (Idem) / Bachata rosa (del álbum homónimo, 1990) / Frío frío (Areito, 1992) /Burbujas de amor (Bachata rosa, 1990). El baile no cesó, y debió ser récord Guinness de baile de bachata de tanta gente bailando al unísono.
Para quienes sueñan con la oreja, el siguiente fue el momento más impactante de la noche. Inesperado por demás. Un gesto de humildad y de compromiso de Guerra con sus orígenes.
“En 1984 cuatro jovenes se reunieron para crear 440”, dijo Juan Luis y se invitó a escena a Maridalia (canta en el mismo tono), Roger, Mariela Mercado y con él cantaron Tú, del álbum Mientras más lo pienso… tú, (1987).
Otra invitada fue Adalgisa Pantaleón, quien formara parte de la agrupación hasta poco antes de la pandemia. Con ella cantaron Como abeja al panal.
La gallera (Ojalá que llueva café, 1989) sirvió de intro para que se la lucieran percusionistas y la directora de 440 Janina Rosado.
El próximo momento sorpresa fue con Los Hermanos Rosario (esos Rolling Stones del merengue). Con ellos Juan Luis cantó Buscando Visa para un sueño. Rafa estuvo comedido sin levantar las piernas como gimnasta. Luego juntos hicieron Moviendo las caderas.
Juan Luis continuó con el tren de 440 interpretando su reciente Mambo 23 (radio Güira, 2023).
El costo de la vida (Areito, 1992) y Ojalá que llueva café (1989) remitieron al Juan Luis del discurso social. Allí donde pone sobre relieve las necesidades y miserias de los desposeídos.
Con Vicente García, su querido pupilo y último invitado de la noche, cantó Loma de Cayenas. Se trata de una obra escrita a cuatro manos entre ambos. Esto, para el disco Candela (2019), de Vicente.
Subió el tempo con El farolito (Fogaraté, 1994), apoteósico, con fuegos artificiales.
Las Avispas (canción madre de su película Capitán Avispa, de pronto estreno) sirvió de falsa despedida.
La siempre buena ñapa trajo cambio de vestuario y A pedir la mano (Bachata rosa, 1990) y no podía faltar Te regalo una rosa (del mismo disco).
El final de finales con pelotas gigantes al público, fuegos de artificio y todos los efectos en acción: La bilirrubina.
Y esa sensación de haber sido parte de una historia musical que se recordará por mucho tiempo. Que si 20 años no son nada, 40 son el doble.