La película “339 Amín Abel. Memoria de un crimen”, llega a la pantalla chica este jueves 24 de septiembre a las 10:00 de la noche, por CDN.
A medio siglo del crimen del joven mártir dominicano, se estrena la nueva versión del filme con producción de Andrés Quezada y Alvin Parra. La película de 82 minutos de duración, es una nueva versión reeditada bajo la dirección de Ernesto Alemany, con el editor Alfonso Peña, la colorización de Francisco Valdez, mezcla de sonido por Bolívar Gómez, y María Victoria Hernández también en la edición, podrá ser vista el mismo día que se conmemora el aniversario del asesinato del líder estudiantil.
El filme narra la investigación de la ejecución de Amín Abel ocurrida el 24 de septiembre de 1970 por una patrulla policial, de cómo ocurrieron los hechos desde varios puntos de vista que cuentan el suceso en su propia casa de la calle Francisco Henríquez y Carvajal #339, en el barrio de Villa Juana, de la ciudad de Santo Domingo.
Etzel Báez ha dicho que esta exhibición es un aporte desinteresado para el pueblo dominicano, y un homenaje a la memoria de Amín Abel.
Los roles principales del filme son asumidos por Margaux Da Silva (Mirna), Guillermo Liriano Bass (Amín), Pericles Mejía (Dr. Marino Ariza Hernández), Ernesto Baez (Tte. Estrella), Mario Núñez (Sargento Portes), Héctor Then (raso Hermógenes), Ico Abreu (cabo Medina), William Simón (Dr. Tucidedes Martinez), Yusell Félix (Paulina), Damaris Espaillat (secretaria Rosa), Pablo David Quinteros (Ernesto Vantroi, niño), Alfredo Capellán (policía), Luis Miguel Abreu (Rafael Reyes Jerez), Engel Brito (Figueroa Mendez), Felix Lantigua (Ravelo Miquis), Jorge Montero (policía), y Omar Ramirez (voz off y locución).
La dirección de fotografía es de Leo Pérez, la edición original fue de Ramón Alfonso Peña, música de Huayna Jiménez-Ronzino, y Francisco Natera en el diseño sonoro, sound Mixer Locations, sonidos insidentales/foleys, la edición de Diálogos y edición de sonido por Milton Cruz. Contó con el cineasta español Miguel García Calera en el diseño de producción y primer asistente de dirección.
Visión del director
“339 Amín Abel Hasbún. Memoria de un crimen”, en su composición narrativa y en la trama rehúye a una idealización de Amín, a la recreación de un fantasma de ilusiones perdido en el tiempo. Esquiva la esencia de esas películas nonsenses de pretensión histórica que arquean acontecimientos para enviar revolucionarios, héroes y patriotas a la deidad, alejándolos de su pueblo. Un filme que se niega a divinizar a un hombre que quiso ser como cualquiera de los de abajo, que se desclasó. Sí, y es que desclasarse es la mayor de todas las renuncias que alguien pueda hacer en una sociedad clasista. Al aspirar a ser un thriller político, su narrativa se refugia en el calco del cine neonoir, entre alevosas escenas expresionistas que bailan en traspiés con el impresionismo y se incorpora al romanticismo brumoso. Su cubismo escenográfico pelea con nuestra rebeldía a admitirle como parte de la historia, por ser extraño. Los personajes navegan en un mundo de incertidumbre, simpáticos o empáticos, con algunos que caen como paracaidistas sin ser invitados de honor. Las actuaciones y la música alivian la austeridad y los datos que anhelamos de Amín y su jerarquía histórica, encogen nuestra histeria y ansias de cliché, se niegan a ser tipos hollywoodenses; no hay medias tintas: o se aman intensamente o se rechazan con igual intensidad. Todo confluye en una trama que no tala el aura de Amín y que se aleja con paso frágil y mañoso para mostrarnos en nano minutos un chorreo del revolucionario amoroso con quienes ama y peleón con sus enemigos. Es decir, lo básico en la silueta de un héroe. ¿Por qué se niega a sí mismo a ser un must cinematográfico para dejarnos solo indignación? ¿Es demasiado grande para un filme? ¿Pudo más la intención de dar un golpe a la melancolía y el narcisismo con que se construye a los héroes en el cine? Y sin embargo, vemos a un ser atiborrado de ternura, como la que solo tienen los íntegros a los que la historia dominicana se los lleva muy jóvenes, como negándonoslos porque al parecer aún no los merecemos entre nosotros.