A tres días de iniciada esta 64ª edición aún hay espacios que no están listos para recibir a los visitantes
El pasado 23 de abril arrancó oficialmente la celebración de la 64ª edición de la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2022 en la Zona Colonial. Con actividades musicales desde el sábado que han hecho que cientos de personas se movilicen hasta allá, desatando diferentes estímulos, comentarios y críticas. Una fiesta alternativa con Riccie Oriach estuvo entre las primeras actividades, que puso a bailar a decenas de personas de distintas generaciones.
El domingo la fiesta fue de expresiones y manifestaciones. Una activista habló sobre el feminismo y la revolución y fue el tema de conversación sobre la feria el fin de semana, por las críticas a favor y en contra de parte de cientos de usuarios en las redes sociales y sobre eso, no se ha dicho más.
Este lunes ha sido un poco más calmado y lento. A cuatro días de la inauguración aún estaban montando los últimos detalles, como letreros y carpas, que pueden llegar a dar la sensación de que la Feria del Libro aún no está abierta.
Bajo el lema “Ven al libro” la feria busca este año fomentar el hábito de la lectura, sin importar los gustos y preferencias de los visitantes, la idea es que la cultura de leer se convierta cada vez más en una tendencia en el país.
¿Qué buscan los estudiantes de secundaria en la feria?
Como es de costumbre, decenas de centros educativos organizan excursiones para visitar el evento cultural, sin ser este primer día entre semana la excepción.
Según vendedores con muchos años de experiencia, los libros más buscados son los de historia dominicana, universitarios y obras literarias. Ahora bien, la tendencia de leer ciencia ficción y terror, sigue viva en los más jovencitos, pues en un recorrido realizado por elCaribe, la mayoría de adolescentes uniformados a los que se les preguntó los temas en los que estaban interesados, relucieron esas dos categorías, y otros respondieron que no iban si quiera por los libros.
En las diferentes carpas dedicadas a las ventas de libros hay de todo tipo y para todo público, sobre historia, poesía, arquitectura, sexualidad, cuentos, comics, incluso temas actualizados como “el bloggerismo”, que ofrecen a los visitantes la oportunidad de no quedarse sin elegir un libro que vayan a disfrutar leer.
No solo de libros vive la feria
Algo que sigue igual es la presencia y el valor de los emprendedores y artesanos, quienes siguen teniendo espacio y lugar en la feria. Descenas de carpas dedicadas a la artesanía son de las más llamativas para los visitantes que se detienen a ver los precios de objetos artesanales, bisutería, entre otros objetos hechos a mano. Otros espacios que siempre tienen gente son los de comida. Largas caminatas, sol y búsqueda de cosas para comprar siempre dan hambre y para eso están habilitados los tradicionales los puestos de comida.
Feria y turismo
La celebración de la Feria del Libro en la Zona colonial también la convierte en una turística por la naturaleza del destino, ya que visitantes de diferentes países también disfrutan de las actividades y disposiciones de La Feria.
Seguridad
Al hablar del tema de seguridad en la feria este año uno puede referirse a tres cosas: robos y el control de los niños. Podría pensarse que al tratarse de un lugar abierto este año, a diferencia de otros en los que la Feria estaba ubicada en el Teatro Nacional, es más difícil poder controlarlos. Es por eso que este año la seguridad y el nivel de vigilancia es más estricto. La Zona Colonial cuenta entre día de semana con un cuerpo de seguridad de entre 200 a 300 agentes que velan por la seguridad de los visitantes y que permite cubrir toda el área, según confirmó uno de los agentes encargados a este medio. A diferencia de otros años en el que se veía a los maestros de cursos primarios andar con grupos atados de la mano con una cuerda para no perder a los niños, ese año hay un espacio dedicado para ellos en el Museo Trampolín, que permite que tanto padres como maestros puedan lograr que sus niños disfruten de la Feria con atracciones culturales y literarias para ellos, sin el riesgo de perderlos.