La desigualdad de género es visible en la industria del séptimo arte de la República Dominicana
Dólares de arena (2014), Carmita (2013), Noelí en los países (2016), La lucha de Ana (2012), La hija natural (2011), Carpinteros (2017), Todas las mujeres son iguales (2017), Colao (2017), Reinbou (2017), ¡Y a Dios que me perdone! (2017), La Familia Reyna (2015), ¿Quién manda? (2013), Bestia de cardo (2014), Las sufragistas (2008), Mujeres en el tiempo, mujeres sin tiempo (2009), Miriam miente (2018, por estrenar), Caribbean Fantasy (2016) y 339 Amín Abel Hasbún Memoria de un Crimen, entre otros filmes dominicanos, tienen en común ser protagonizados por mujeres o que cuentan con excelentes personajes femeninos claves en las historias.
De entre todas las directoras de cine dominicanas, destacan Laura Amelia Guzmán y Leticia Tonos, con varios largometrajes. Subiendo vienen Amelia del Mar Hernández, María Victoria Hernández, Natalia Cabral, Tatiana Fernández, Johanne Gómez, Yanillys Pérez y Virginia Sánchez Navarro, entre otras. Pero en todo caso, por cada 10 directores, apenas dos son mujeres.
Detrás de cámara y en roles de asistentes, siempre, y ocasionalmente como productoras u otras profesiones, se encuentran talentosas dominicanas que son superadas en número por los hombres. Como nota al margen hay que hacer mención del Festival Mujeres en Corto (Femujer), que procura abrir espacios y oportunidades como respuesta legítima a esta realidad.
Lo que analizamos aquí es la desigualdad de género en el cine, especialmente detrás de las cámaras en roles líderes, y que es una chocante realidad en RD y en otros países con industrias cinematográficas significativas. Por ejemplo, ese es el caso de las películas europeas lanzadas entre 2003 y 2012, donde sólo el 16,3% fueron dirigidas por mujeres. En los Estados Unidos, representaron el 11% en las 250 producciones de mayor taquilla de 2017. Y la divergencia se hace más evidente en el Oscar donde, en 88 años, apenas una mujer ganó el premio de dirección y sólo otras cuatro fueron nominadas. Asimismo también ocurre en el Festival de Cannes, creado en el 1946, donde sólo se ha premiado a una directora con la Palma de Oro, que es el mayor galardón. Halle Berry sigue siendo la única mujer negra en ganar el Oscar a la mejor actriz, y Viola Davis la única en ganar el Emmy de actriz de drama.
Salvo Olga Bucarelly, Cheddy García, Judith Rodríguez Pérez y Julietta Rodríguez, la mujer negra o mulata no aparece en roles significativos y de manera general se excluye. Es revelador que los actores mulatos o negros como Héctor Aníbal, Fausto Mata, Raimond Pozo y Miguel Céspedes, siempre o casi siempre llevan como parejas femeninas relacionadas con sus personajes a actrices que no son negras o mulatas. Mujeres negras son el grupo menos representado al frente y detrás de la cámara.
Un símbolo sexual
Pues bien, otro aspecto que destaca en los personajes femeninos es los pocos diálogos. Esa es una constante en el cine mundial, y se agrega que personajes femeninos tienen más escenas de desnudos que personajes masculinos.
Varios estudios están arrojando aspectos reveladores. Por ejemplo, las mujeres representaron el 24% de los protagonistas de las 100 películas de mayor taquilla en Estados Unidos en 2017, según un estudio de la Universidad de San Diego. Se trata de una caída de 5 puntos en relación al índice registrado en 2016. La encuesta, que analizó 2.361 personajes de las 100 películas estudiadas (y que excluyen títulos extranjeros), apuntó que el 58% de los protagonistas eran hombres. Es indicadora de exclusión y segregación la suma de películas bajo el incentivo de recursos financieros estatales mediante la ley dominicana de cine cuando se constata que asuntos de género y raza (o etnia) son significativos, principalmente porque quienes dirigen cine local son, en su gran mayoría, blancos.
Es una realidad que golpea severamente, sobre todo porque no existen estudios ni acciones que puedan incentivar y/o democratizar al sector en un país como RD, cuya población de mulatos y negros es del 70%. La población dominicana tiene en promedio 49 por ciento ADN africano, 39% europeo, y 4% precolombino. Es condición sine qua non de un “cine dominicano” y de una ley de cine que se estimule la inserción de la mujer, así como de raza negra, en roles líderes, y asimismo, que se prioricen personajes femeninos dignos.
Primer intento
María Steffani, pionera del cine dominicano, falleció un 28 de septiembre. Nieta del presidente Ulises Francisco Espaillat, tuvo la oportunidad de dedicar su vida por entero a filmaciones en celuloide blanco y negro llamados “Revistas Cinematográficas” entre 1924 y 1930, como lo documenta el sacerdote José Luis Saez en su libro ´Historia de un sueño importado´: “Steffani grabó el recibimiento hecho por el pueblo capitaleño al boxeador vasco Paulino Uzcudun, el desembarco de la misión Dawes y actos del gobierno de Horacio Vásquez”. Un proyecto que contaba con el apoyo del gobierno de Vásquez, “La Hispaniola”, de corte histórico, quedó trunco debido al golpe de Estado que dio a ese gobierno el entonces brigadier Rafael Trujillo en febrero de 1930.