La Verdad se mantiene este fin de semana en el Palacio de Bellas Artes

Desde tiempos de los cuales no tengo memoria, no me reía tanto como en La Verdad, la comedia que Bougrup (convertido ahora felizmente al teatro), produce con la dirección de Pepe Sierra y las actuaciones de Frank Perozo, Nashla Bogaert, David Maler y Hony Estrella.

Florian Zeller, el autor de esta magnífica comedia de enredos, recibió el Oscar en 2021 al mejor guión adaptado de la película que dirigió basada en su propia dramaturgia de El Padre, que fuese protagonizada por Anthony Hopkins y Olivia Colman, y que también ganara un premio BAFTA al mejor guión y el premio del público en San Sebastián.

La Verdad no es, ni de cerca, su obra más conocida internacionalmente. Aunque Zeller escribe novelas, ha escrito y dirigido películas, y además de tener al menos unas 13 obras teatrales, tiene hasta créditos por la adaptación de la ópera Háry János, del húngaro Zoltán Kodály.

Valorado como el más destacado dramaturgo francés por algunos medios muy influyentes del mundo, como The Guardian quien lo ha calificado como “el nuevo escritor teatral más apasionante de nuestro tiempo”, con apenas 45 años Zeller es sobre todo, un creador originalísimo como pocos y un eminente observador de la vida cotidiana y familiar. El actor francés Paul Arditi protagonista de La Verdad, ha dicho que “Zeller es hijo de Moliere”.

La puesta dominicana de La Verdad se ralentizó significativamente en su estreno este viernes 24 de enero, debido a la poca profundidad del escenario de la Sala Máximo Avilés Blonda de Bellas Artes. Esto impidió poder contar, por ejemplo, con una solución consistente en una escenografía circular y móvil que permita pasar de una escena a otra en menos de un minuto, cuando cada transición se demoraba unos cuatro minutos promedio.

Los días de estreno siempre salen todos los defectos, un alumbrado que no debió ser, un trastabilleo en un parlamento, un elemento escenográfico que no se llegó a colocar a tiempo y ya encendieron luces en el escenario, o el actor o actriz que no estaba situado donde debía. Por eso prefiero ir el segundo día, que es el mejor, pues se han pulido los errores del debut. Al tercero los actores se relajan un poco más y se confían demasiado.

Lo más pulido que se mostró fue el diseño de los personajes y de la obra y sus dinámicas y energías internas, por parte del elenco, gracias a Pepe Sierra en su rol de director, y en su breve papel de paciente de la dra. Alicia

El viernes la producción de risas y aplausos de cada escena fue de gran aporte al Producto Interno Bruto, si tenemos en cuenta que la risa es salud y además de enardecer los ánimos, aumenta y luego disminuye las frecuencias cardíacas y la presión arterial, con lo cual se combate el estrés de manera exponencial y con ello se produce un bienestar y una mayor productividad del ser humano. Y hasta la gente se quiere más. Esto corrobora una de las importancias del arte, algo que muchos no acaban de entender.

La Verdad es una de las exploraciones más desopilantes, transparentes y previsibles pero no por eso menos familiares, sobre la verdad y la mentira.

Dos parejas se ¿entrecruzan? en relaciones de infidelidad. ¿Quién es quién? ¿Qué verdad y qué no lo es?

El juego con el fuego de la mentira, mediatiza la verdad.

La puesta en escena dominicana cuenta con excelentes actuaciones. Frank Perozo se lleva las palmas con la reiteración de uno de sus parlamentos. Aunque ya sobra la última vez y mejor sería iniciarlo y no continuarlo; esto provocaría nuevamente la risa.

Los cuatro personajes son bastante llanos, comunes -de ahí la empatía natural del público con ellos-, y no hace falta desdoblarse mucho, porque el peso de todo está en el texto, no en los tipos de personajes. Quizás el más caricaturesco es el que aporta con su magnífica aparición Pepe Sierra.

Nashla se muestra en doble tesitura, una como la mujer amante e infiel y otro como la respetable proctóloga. El personaje de Hony lleva su mayor peso en la escena final. David es un personaje tan oscuro, en el fondo, como filoso.

La obra merece ser llevada a Santiago y otras ciudades del país, como San Francisco de Macorís, Puerto Plata, La Romana, etc. Incluso se podría pensar en su exportación a países centroamericanos, pero para esto las industrias culturales deben tener un nivel de organización que aún, ni por asomo.

La Verdad también merece un fin de semana en el Teatro Nacional.

La Verdad es imprescindible, ahora mismo, para el pueblo dominicano. Aunque sea para sacarle el cuerpo a los tapones y otras dificultades de la vida cotidiana.

El acceso a la risa es un derecho humano no previsto por la ONU, pero reir es un privilegio que es fácilmente democratizable.

Ahora, la verdad, lo que es la verdad… ¿alguien sabe lo que es la verdad?

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