Es la primera vez que se presenta en el Teatro Nacional y lo hace acompañado de formato sinfónico.
El salvadoreño Álvaro Torres pertenece a esa muy restringida clase de artistas cuya primera impresión que dan es la humildad. Sin embargo, la segunda impresión sigue siendo la humildad. Y la tercera, peor, es más humildad. Eso se premia indiscutiblemente con grandeza para un hombre de pequeña estatura, enjuto en carnes y huesos duros, pero una voz gloriosa, que a los 70 años, 5 meses y 19 días mantiene, gracias a Dios, en el mismísimo tono de su primera grabación. Lo demostró este sábado 21 de septiembre en el Teatro Nacional Eduardo Brito con su concierto “Álvaro Torres Sinfónico”, producido por Robert Espaillat.
El concierto
Su canción El último romántico activó las cientos de voces femeninas y masculinas que colmaron la Sala Carlos Piantini. La dirección musical de Daniel escudero, contó con la complicidad del guitarrista Fidel Brisuela, eficiencia pura tanto en la guitarra (riff incluidos), como en el clarinete cuando hizo falta.
Los demás músicos eran dominicanos, incluyendo una Orquesta Filarmónica dirigida por Hipólito Javier, y en la banda el baterista, el bajo, y el percusionista menor.
Lo que mejor hace funcionar un proyecto como este, además de lo tangible de las partitura y partichelas es ese intangible que es la buena vibra alrededor de alguien. Esa buena vibra la irradia el propio artista.
Quien expresó al público: “Qué bien lucen todos, qué maravilla. Se ven tan lindos, se ven tan bien, que me imagino se sienten bien. Bueno, vamos a esperar que nuestra música haga sentir mejor a cada uno de ustedes”.
Cantó Tres, y siguió en un solo coro general acompañándolo en Yo te seguiré queriendo (“de los primeros temas, hace ya 318 años”, dijo siempre jocoso); para las madres solteras una de las más coreadas y ovacionadas Mi verdadero amor. Continuó con He vivido esperando por ti y, sin faltar el coro del público.
A piano y otra vez con el público hizo Buenos amigos. Ovación fuerte. Cada tema fue sencillamente ovacionado.
Siguió con Si estuvieras conmigo (solo de guitarra rockeada); “La verdad que para mí es un agasajo”, dijo refiriéndose al público. Agradeció al productor. Cantó De que me sirve quererte.
Te dejo libre muy coreada (Diana Filpo se puso de pie desde el público y le acompañó junto a tantas voces). Alvaro demostró un dominio absoluto del diafragma y una envidiable capacidad pulmonar, amén de sus cuerdas vocales prístinas. Déjame ser tu amigo (a piano), Ni tú ni ella, Hazme olvidarla (maravilla de clarinete al final), Mi amor por ti (también a piano), Te va a doler. Improvisó con Sencilla y bella, una bachata, mientras intentaba bailar (“nací con los dos pies izquierdos”) y entregó Reencuentro dedicado a su patria. Te olvidaré, Chiquita mía y el final con Nada se compara contigo (falso final) y el encore con la infaltable De punta a punta.
Concertazo!